lunes, junio 26, 2006

Frikipedio, figura histórica real

A pesar de que mucha gente cree que el Pastafarismo es un invento moderno, resulta que los textículos sobre Frikipedio han puesto al descubierto la verdad, silenciada por la Iglesia Católica: el Pastafarismo era la religión europea tras la caída del Imperio Romano y el Cristianismo data tan sólo del siglo XI, aunque los primeros cristianos se sublevaron (como se narra en el Corpus Frikipedicum) doscientos años antes, en época de Frikipedio.
Según parece el Cristianismo comenzó siendo una herejía pastafari, fruto de la desaparición de la religión pagana romana. Poco a poco fueron organizando un credo y suplantando religiosos del Monstruo de Espagueti Volador.
Con la llegada del papa Silvestre II, comienza la destrucción de todos los vestigios pastafaris y la reescritura de la historia. Aunque esto ya se sospechaba, como ya había puesto en relieve la obra "El Código da Inci", el Corpus Frikipedicum es la primera prueba de esta realidad ocultada vilmente.
Estos descubrimientos le dan a nuestro héroe una dimensión insospechada, como importante figura histórica.
Se cree que el Frikipedio real nació efectivamente un 25 de Julio, en el condado de Pedia, en Galicia, y que vivió entre el año 783 y el 844 d. C. Lideró las primeras batallas contra la herejía cristiana y consiguió frenar su empuje inicial.

Me siento muy orgulloso de poder seguir transcribiendo estos textículos en este mi humilde blog, aunque habéis de saber que ya he recibido amenazas de ciertas organizaciones secretas vinculadas a la Iglesia Católica...

No obstante, a pesar de todo, estoy ya compilando el 6º textículo, que ha sido escrito en las guardas de un hermoso misal. Pronto lo colgaré aquí.

Y recuerda:
Una vieja historia de marineros cuenta que cada vez que alguien no deja comentarios en un blog un caballero andante desaparece y vuelve convertido en lagarto de la serie V. Comenta: los ratones del mundo os lo agradecerán.

domingo, junio 25, 2006

Pequeños retoques a los anteriores textículos

Redactar textos no es tarea fácil. A pesar de que en el caso de estas Gestas y Fazañas me limito a traducir y completar algo los textos originales, en ocasiones se cuelan los gazapos. Redactar en un ordenador parece más sencillo. Pero la inmediatez de la edición de textos en la pantalla se ve contrarrestada por su inconsistencia. A mí al menos me ocurre que no soy capaz de corregir del mismo modo un texto impreso y en pantalla. Si lo tengo impreso veo mucho mejor las pifias, y puedo enmendarlas mejor.

Esta semana he leído todo el conjunto del Corpus Frikipedicum y he cambiado varias cosas. Son retoques pequeños, pero importantes. Ahora el textículo 5 está cambiado. En breve reformaré más en profundidad el 3º para mejorar la coherencia del conjunto. Es lo bueno -o lo malo- de estas tecnologías, ausentes en los tiempos del monje que recogió, allá por el siglo XII, la historia de Frikipedio.

viernes, junio 23, 2006

Agria polémica en torno al pastafarismo en la Alta Edad Media

Los textículos de Frikipedio, ahora que están siendo publicados, están teniendo una gran trascendencia. Ya me sorprendió bastante en su momento un e-mail de la Massachussets University interesándose por el manuscrito. Historiadores y científicos norteamericanos y japoneses estuvieron en mi casa examinando atentamente el texto original, y sus trabajos fueron publicados en prestigiosas revistas científicas. Parece ser que el Corpus Frikipedicum (denominación antigua del conjunto de los textículos sobre nuestro héroe), que estoy trayéndoos todos los meses, demuestran sin dejar lugar a la especulación que el pastafarismo es anterior al cristianismo como religión, y ya era conocido (aunque no mayoritario) en la época clásica.
Pero lo que me ha dejado de piedra, con una sorpresa mezclada con indignación son los comunicados conjuntos de la Conferencia Episcopal, de la Iglesia Anglicana y varias iglesias evangélicas. Vienen a decir que el Corpus Frikipedicum es una falsificación moderna, y que yo mismo he querido escribir estos textículos sólo para burlarme del Cristianismo. Según ellos el Cristianismo ha sido la única religión europea desde la caída de Roma, y las crónicas sobre Frikipedio son pura fantasía.

Debo decir que soy un erudo (erudito mayor de edad) que no deseo protagonismo ni tengo (casi) nada en contra de la religión católica o protestante. Simplemente transcribo como mejor puedo este conjunto desordenado de textos que forman las Gestas y Fazañas, y simplemente tengo el placer de hacerlo para que se conozcan, para que no se olviden de nuevo.

En su momento, a mí también me sorprendió leer que antes del Cristianismo existía ya toda una iglesia organizada en torno al Monstruo de Espagueti Volador, y fui leyendo varias veces cada línea que traducía y cada textículo que llegaba a compilar. En el original, que está escrito en varias lenguas, como el latín, el griego, el arameo antiguo, el protogallego y el gondwanés, hay unas preciosas ilustraciones del siglo XII y apretado texto gótico, que hablan exactamente de todos estos temas. Por supuesto, en mi compilación relleno agujeros del texto provocados por el paso del tiempo. Pero he intentado en todo momento no falsear el sentido original.

En breve publicaré, para los que no me crean, y para desmentir de una vez por todas las falacias de los comunicados religiosos, alguna de las páginas originales que salvaguardo. Lo que está escrito puede que sea fantasía de algún monje aburrido, pero según muchos estudiosos es bien sabido que se considera totalmente auténtico y real. Y es más que probable, que pese a siglos de ocultación acaben al fin saliendo a la luz las pruebas del pasado religioso pastafari de Europa.

Por cierto, está a puntito ya el 6º capítulo en el que se narra la primera orgía y el ordenamiento de Frikipedio.

martes, junio 20, 2006

Dos buenas wikinoticias

Pues sí, no tiene mucho que ver con nuestro héroe medieval (casi superhéroe, hay que ser sinceros), pero hay dos muy buenas wikinoticias:
1. La vuelta a volver (revuelta o revolvida) de la Frikipedia, cuyo cierre en la flor de la edad provocó la apertura de este blog.
2. Los esperados 1000 artículos de la Inciclopedia. Estamos de celebración por todo lo alto.

Felicidades a ambas, y muy sinceras felicitaciones de Frikipedio, que me lo ha dicho.

Pronto os contaré del 6º textículo, en el que Frikipedio asiste a su primera orgía y tiene su primera borrachera...

miércoles, junio 14, 2006

No sé si fue buena idea colgar todo en el blog

Francamente, no me gusta el aspecto del cuento colgado directamente en el blog. A mí me gustaría poder poner el comienzo sólo y un botoncito del estilo "Leer más", pero no sé si en Blogger se puede. En todo caso ya está hecho. Pero con los siguientes textículos pondré sólo un trocito si acaso y luego el enlace al archivo.

Os recomiendo encarecidamente que leáis el último textículo, porque Frikipedio entra en batalla por primera vez. Para los que no habéis leido los anteriores tenéis a la derecha todo lo publicado. En el artículo correspondiente a Frikipedio en la Inciclopedia he puesto las circunstancias en las que se encontró el manuscrito original y dónde acaba mi labor como compilador: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Frikipedio.
También, aquí podéis encontrar una historia resumida del pastafarismo, crucial para entender el trasfondo de este cuento: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Pastafarismo#Historia, más o menos el relato histórico -bastante poco conocido, por cierto- en el que se relata la verdadera historia del Pastafarismo y la llegada del Cristianismo en la Alta Edad Media.

Y comentad, ya sabéis que...
Una vieja historia de marineros cuenta que cada vez que alguien no deja comentarios en un blog un caballero andante desaparece y vuelve convertido en lagarto de la serie V. Comenta: los ratones del mundo os lo agradecerán.

lunes, junio 12, 2006

· FRIKIPEDIO 05 - Primeras batallas

Al fin puedo colgar aquí el 5º textículo de esta magna historia. Ahí va:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo V.
De Frikipedio Adolescente, el embrujo etílico, las primeras batallas y otras cosas que es menester reflejar en este magno relato.
Parte II: Primeras Batallas.

La partida de Sir Wiki dejaba a Pedia sin cabeza. Lady Uncyclopedy pasaba a ser la dueña y señora de los destinos de campesinos, villanos y nobles. Pero aquella mujer, más preocupada de la música y la poesía que de las finanzas, no tenía un carácter propenso a la extorsión y las decapitaciones, como era menester en quien quisiera dominar aquellas salvajes tierras. La herejía cristiana se iba extendiendo, y llegaba ya a la marca sur del Condado. Los mensajeros ingleses (messenger) traían noticias contradictorias de Roma, y en aquel trance la condesa maldecía el día en que se había convocado aquella Cruzada.
Nuestro héroe ayudaba como podía a su madre en aquellos terribles tiempos. Pero según la ley pédica, sólo en seis meses de ausencia sin noticias del marido podía una noble consorte abdicar y nombrar sucesor a su hijo legítimamente.
Mientras, los insidiosos cristianos iban convirtiendo por la fuerza del dinero y de la espada a los campesinos pastafaris a aquella otra religión que adoraba a un muerto resucitado.
De la ciudad de Coruvigo llegaban inquietantes noticias desde el Arzobispado. Una encarnizada lucha en la sala de la Santa Olla de Cocción había dado finalmente al traste con las intrigas herejes. El arzobispo de pega yacía al fin bajo la imagen del Bendito Monstruo de Espagueti Volador. La infame soldadía de la cruz hallábase ya en las mazmorras, esperando la soga.
Frikipedio ardía en deseos de vengar las mancilladas piedras de tantos lugares sagrados. Soñaba con hacer pasar por su hierro a aquellos que asesinaban sin piedad a santos hombres y mujeres de la iglesia pastafari y corrompían las mentes de los simples. Ansiaba verse ya armado caballero, pero aquellos tumultos retrasaban la ceremonia.
No obstante, precisamente aquella disputa religiosa, aquellas intrigas de altar y alcoba serían el escenario para las primeras aventuras de Frikipedio. Y la primera ocasión de mostrar sus dotes para el combate vendría pocos días después.
El mentor de Frikipedio, Fray Paifocles de Eirís, era un conocido filósofo de la corriente platónico-aristotélica. En consonancia con las enseñanzas del Sagrado Libro de las 1001 Recetas de Pasta, proclamaba la necesidad de usar el sentidiño, para lograr la Felicidad. Su máxima era O caso é pasalo ben, o demáis son-che lérias. (el caso es pasarlo bien, lo demás son tonterías).
Fray Paifocles había conseguido un notable protagonismo en las decisiones del Cabildo, y aunque aborrecía el oro y el poder, tenía bastante de ambos. Pero a diferencia de otros ricos y poderosos, destinaba gran parte de su hacienda a socorrer a los más necesitados. Para ello había creado la Caja de Ahorros de Gondwana, un organismo sin ánimo de lucro que prestaba dinero a gentes de baja condición o en apuros, a cambio de unos insignificantes intereses.
La conspiración de los cristianos no le era ajena. Años atrás uno de los primeros herejes había ido a verle, para que se uniera a la causa de aquel dios viejo con barba blanca, pero Paifocles, hombre de sólidas convicciones, lo echó a patadas de su finca.
Ahora, Paifocles lo sabía, su vida estaba amenazada. La negativa a unirse a ellos nunca había sido olvidada, y temía que el momento de la venganza llegase de un momento a otro.
Poco a poco las villas y villorrios iban cayendo uno tras otro. Ourense, Lugo, Valdepastas, San Tallarín de Queixos, Catro Estacións... todas aquellos lugares eran ya plazas del falso dios. La antigua alegría de las fiestas de Semana Santa, con sus orgías y sus cánticos populares eran ahora tristeza y solemnidad. Donde antes bailaban desnudos los jóvenes pastafaris, ahora los oscuros nazarenos seguían silenciosos ritos de muerte y juicios finales.
El pueblo no entendía por qué todo cambiaba. Los curas impostores tranquilizaban a los antiguos creyentes en el Dios de espagueti diciendo que era una simple reforma por voluntad del Monesvol. Pero pronto las hogueras serían encendidas en todas partes para aplacar la sed de verdad.
Paifocles los temía. Pensó en huir. Pero no pudo: los asesinos subían ya la escalera de su torre.
....
Cuando el messenger le informó de que los sicarios cristianos se acercaban al Palacio de Paifocles, Frikipedio cogió espada y escudo y partió a galope tendido hacia Eirís, donde el fuego presagiaba combates y muerte. Llegó en plena noche y encontró a los cristianos destrozando todo lo que hallaban. Quemaban libros, rompían estatuas, tablas pintadas, tapices. Atesoraban todo el oro que encontraban. Habían matado a muchos; guerreros, sirvientes, mujeres, niños... no respetaban ni la Santa Imagen del Monstruo, que usaban como letrina.
Frikipedio arremetió a mandoble cruzado entre la chusma, cortando qué se yo, cabezas, brazos, piernas...
Pero los cristianos eran muchos y feroces. Desde las alturas disparaban dardos, lanzaban vajillas... Frikipedio y sus soldados se veían ya perdidos. Hasta que nuestro joven héroe recordó las ocasiones en que su gesto había salvado situaciones insalvables. Aunque no tenía ganas de reír, con un esfuerzo sobrehumano, puso el gesto de la X y la D y en pocos instantes se hizo el silencio. Todos los herejes se habían quedado en sus puestos con una mueca extraña. Los soldados de Frikipedio, advertidos de antemano, no habían caído en el trance, y pausadamente capturaban a toda la cristiana escoria.
Frikipedio subió a los aposentos de Paifocles. Se temía lo peor. Al entrar, un terrible cuadro: la armadura de plata de su amado profesor yacía en el suelo, atravesada por una cruz de hierro. En sus manos apretaba unas flores silvestres, las mismas que siempre había enseñado a apreciar a su discípulo.
Se arrodilló ante el cuerpo, llorando amargamente. Con las manos temblorosas tomó el yelmo de oro, y lo abrió. Una rizada barba roja surgió de aquella celada.
-¡Pero este no es Paifocles!, exclamó, secándose las lágrimas.
-¡Claro que no, rapaz!
Frikipedio pudo ver a Paifocles, que salía del armario.
-¡Maestro!
-¡Pupilo!
Y ambos hombres se abrazaron largamente.
....
La batalla había sido victoriosa. Cuarenta cabezas cortadas lucían esplendorosamente en lo alto de la picota de Eirís. Pero el precio había sido muy alto. Por todas partes las humeantes hogueras se apagaban con los restos de los cuerpos de padres, hermanos, madres, tías... las iglesias y templos del Monstruo de Espagueti Volador habían sufrido incontables daños. Pero a pesar de todo, de las muchas pérdidas y de los campos arrasados, del hambre y las enfermedades que se avecinaban, los pedenses celebraban con alegría la gran victoria sobre los cristianos.
-FIN DEL QUINTO TEXTÍCULO-


Próximamente,
Parte III: La Orgía.

sábado, junio 10, 2006

· FRIKIPEDIO 04 - La pérdida de un padre

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo IV.
De Frikipedio Adolescente, el embrujo etílico, las primeras batallas y otras cosas que es menester reflejar en este magno relato.
Parte I: La pérdida de un padre.


Como solía decir Fray Paifocles de Eirís, tutor de Frikipedio, “Los grandes hombres dejan un gran hueco”.
Con el Conde Wiki, Pedia no sólo perdía un gobernante de mano de hierro y corazón de plomo, muy devoto de Su Fideeza, sino también a un hombre grande, a lo largo y a lo ancho.
Era un día lluvioso. Gris. Parecía que el cielo mismo lloraba en aquellos postreros momentos. Bajo la techumbre del atrio de la iglesia, dos figuras con negras ropas: Uncyclopedy, esposa del malogrado conde, y su hijo, el joven Frikipedio, que despedía a su padre a la temprana edad de diecisiete años.
-¡Por qué! ¡Por qué nos dejas!, gritaba el chico, en aquel trance para él incomprensible. La condesa, descosolada, sollozaba:
-Sí, sólous nos deijass... ¡Por qué te vais!¡Por qué!¡¡Pour Quéi!!
El silencio respondía a llantos y gritos desgarrados. Hasta que entre el viento, una voz se oye...
-¡Xoder, ¿que por qué? pues porque a las cruzadas voy! ...¡Muyer, hijo, no así os pongáis, que el alma se me parte! ¡Y bien sabéis que he de partir!
Sir Wiki, como muchos otros, partía hacia Roma, para liberar la Ciudad Eterna de la insurgencia cristiana. Los cristianos eran una comunidad que profesaba una herejía, según la cual Dios no era el Monstruo de Espagueti Volador sino un hombre mayor con barba, y Jesús, en lugar del Gran Cocinero Celestial era según ellos un judío rebelde de la lejana Palestina. Sus intrigas, muy bien urdidas, habían aprovechado en su beneficio la extrema organización y división jerárquica de la Iglesia del Monesvol. Con ayuda de algunos adeptos poderosos y ricos habían tentado a obispos y otros mandos intermedios.
La razón de la Cruzada era que los adoradores de la cruz habían tomado la Santa Sede, y hacían llamar Papa a un seguidor de su herejía, que hallábase ya sentado en el espaguetiense sillón de Pedro.
Era un plan diabólico que comenzaba a dar resultado. Sustituyendo obispos y curas, los herejes transmitían su mensaje infecto a través de los medios por los que se había dado siempre a conocer la verdadera fe en el hermoso Monstruo de Espagueti Volador.
Finalmente, Sir Wiki se despedía, quizá para siempre, de su familia:
-Frikipedio, heredero mío. Os dejo a cargo de este castillo y del condado de Pedia, que ha visto nacer a vuestros ancestros. Defendedlo siempre y sed fiel a nuestra fe en el divino Monstruo. ¡Luchad por lo nuestro con uñas y dientes si hace falta! ¡Haced que este viejo guerrero se sienta orgulloso de vos!
Frikipedio no se atrevía a levantar la mirada. Luego, Sir Wiki se dirigió a su esposa:
-Oh, Uncyclopedy, mi Señora. Pensaré en vos en las frías noches de invierno en el Lupanar. Cuidad de nuestro hijo, que aunque grande por fuera, sigue siendo un niño. Esperadme al menos dos años, os juro por el Misterio de la Sopa de Letras que volveré al cabo de ellos. Y sabed que os sigo amando como el primer día, más si cabe, pues más bella sois ahora que cuando os conocí. Adiós, mi amado hijo, adiós, mi amada esposa. Volveré...
Sir Wikifredo de Entrerredes, conde de Pedia, partió hacia los Santos Lugares un 28 de Diciembre, al amanecer. Aquellos eran tiempos difíciles para la Verdadera Fe, y aunque nadie podía imaginarlo entonces, los días del amable pastafarismo estaban contados.


-FIN DEL CUARTO TEXTÍCULO-

· FRIKIPEDIO 03 - Niñez

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.


Textículo III. De los Juegos de Frikipedio Muchacho, y de sus Primeros Amores y Riesgos.
En los confines del condado de Pedia, invierno tras verano, y verano tras invierno, fue Frikipedio creciendo, observando las viejas costumbres de la nobleza gondwanesa. Sus mañanas eran dedicadas al estudio, las tardes a la preparación de la batalla, y apenas quedaban momentos ociosos, que como los demás niños del castillo dedicaba a travesuras y gamberradas.
Los padres de Frikipedio, entrados ya en la treintena, iban sustituyendo su ardor juvenil por la sabiduría forzosa de su edad.
Uncyclopedy, belleza extranjera, iba ajando sus carnes a cambio de una mirada más profunda. Pero siempre, hasta en sus tiempos postreros, conservó su porte esbelto, y el pelo largo y ondulado, de un color rubio claro que tan sólo se volvió más blanco con los años.
La condesa era una dama difícil, que al contrario de otras mujeres que gustaban de las tareas hogareñas, disfrutaba visitando la Biblioteca de la Torre Norte, y era capaz de pasar tardes enteras tañendo la fídula o escuchando a Ludovico y Teobaldo arrancar sonidos al pesado organistrum.
El conde Wikifredo, en principio zafio e inculto, fue con los años adquiriendo sutiles conocimientos. Por ejemplo, cómo cortar la cabeza a un enemigo de un solo mandoble. O la manera de, con una patada giratoria, derrumbar el pobre muro de una choza campesina. Incluso se inició en el difícil arte de la lectura, sabiendo descifrar las preciosas líneas caligrafiadas de los códices con los que encendían habitualmente los fogones.
Frikipedio, fruto de la unión de tan diversos caracteres, fue en parte amante de la cultura y en parte amante de la lucha.
De mañana se enfrascaba en aprender los latines y discutía largas horas con su tutor. El tutor de Frikipedio, Fray Paifocles de Eirís, monje dominico, era un curioso personaje. Gran lector y filósofo natural, exponía ideas teológicas alejadas de las corrientes más comunes. En ocasiones expresaba al joven Frikipedio pareceres cuasi heréticos, como que la vida está hecha para el placer y no para el sufrimiento. El fraile daba largos paseos por el bosque cercano al castillo, en los que enseñaba a su discípulo la escondida belleza de las cosas pequeñas. Arañas, orugas, sapos, ratas... toda la fauna diminuta que habita la fronda, toda la exhuberante vida que normalmente pasa desapercibida llenaba la mente del niño Frikipedio de inesperadas maravillas.
Las tardes de nuestro joven héroe, en cambio, eran para el trabajo, el ejercicio físico y las emociones propias de la batalla. Frikipedio, por la mañana pacífico y paciente, se convertía, espada de madera en mano, en un fiero luchador. Un caballero incansable que arremetía contra su padre con saña y astucia. Sir Wiki estaba orgulloso. No le gustaba mucho que Frikipedio fuese educado por aquel religioso al que tanto admiraba su esposa, pero la sana fiereza, la terrible animadversión que su retoño demostraba por los muñecos de trapo que recibían lanzazo tras lanzazo y corte tras corte, tranquilizaban el ánimo del conde, y le permitían soñar sonadas victorias, que a la luz de los acontecimientos venideros, se quedaban cortas.
No obstante Frikipedio destacase en la instrucción de mente y cuerpo, y a sus ocho años fuese ya un temible adversario para cualquier adulto en la conversación inteligente o en la burda lucha, seguía siendo un niño y añoraba los pocos momentos que le quedaban en la semana para jugar con otros infantes, y gastar las horas en inocentes entretenimientos.
Los otros niños, del castillo y la aldea cercana (a la que a veces le acercaba Pegerto, el palafrenero) veían en Frikipedio un jefe natural. El joven conde siempre era al que se le ocurrían los mejores juegos y el que planeaba las más ingeniosas travesuras. Cuando veían acercarse su corcel blanco, acompañado del viejo cuidador de caballos, salían todos a su encuentro para recibirle como merecía.
Una tarde de Julio, cerca de la fecha de su cumpleaños, Frikipedio pudo al fin acercarse a la aldea para jugar con los niños campesinos.
En su improvisado ejército de pilluelos, hallábanse Pepe, el hijo del panadero; Pafnucio, bastardo del obispo, pero oficialmente descendiente de un apocado herrero y su gorda mujer, que servía para la Iglesia. Callado y misterioso era el tímido Aníbal Leches, de la casa grande junto a la plaza mayor, cuyo padre había muerto en extrañas circunstancias. Se decía que el asesino se había comido parte del cuerpo... Cristóforo y Colombo, hijos de navegantes, Cebolleo, Simiento y Hortalizo, de padres campesinos... y una niña muy varonil y arrojada, de nombre Inciclopea.
Aquella pandilla era el terror de los comerciantes y buhoneros. En una ocasión, durante la fiesta del Santo Apéndice de Pasta, habían recorrido todo el mercado buscando coles y hortalizas varias, y llenándolas de gusanos que habían criado con mimo durante días. Los conocimientos de Frikipedio les habían orientado a todos sobre el mejor modo de alimentar y engordar aquellos horribles bichos. Los gritos, sustos e improperios al hallarse todas las verduras plagadas de vermes rollizos e intranquilos son todavía recordadas en la comarca.
Otra vez, las gracias casi acaban en tragedia. A pocas horas a caballo del pueblo hallábase un convento de monjas de clausura, que el Prior del Monasterio de Santo Domingo de los Raviolis de Queso solía visitar con más frecuencia de la imprescindible. Las artimañas de Frikipedio habían ideado una trama muy retorcida, en la que se supone varias novicias habían sido atacadas por íncubos... finalmente, las inocentes palabras de aquel niño, habían revolucionado la aldea. Al mismísimo obispo llegaron noticias del escandaloso final del engaño, en el que un inocente Prior acabó siendo visto en un burdel rodeado de rameras, mientras dos monjes desnudos corrían a la calle escapando de súcubos que nadie había visto.
Generalmente las travesuras de Frikipedio y su ejército de gamberros nunca eran castigadas en exceso. Principalmente porque pocas veces se descubría la autoría, y porque no solían tener consecuencias demasiado graves. Cierto que a veces las bromas eran pesadas, y las gentes se abochornaban. Pero cuando querían castigar al niño, Frikipedio se reía y todas las cuitas eran olvidadas. Inexplicablemente el recuerdo de las fechorías de aquellos niños acababa siendo asociado a una risa grata y contagiosa, y ya nadie, ni el mismísimo padre Prior, deseaba vengar aquellos malos tragos.
Frikipedio, en un principio atribuyó el prodigio al sonido de sus carcajadas. Pero en una ocasión cayó en su trampa risueña un alguacil sordo. Por suerte, porque en ese instante arremetía contra ellos lanza en ristre. Poco a poco se fue dando cuenta de que era su cara, exactamente el gesto al que antes refería como gesto XD el que provocaba tal efecto. La carcajada contagiosa tan sólo atraía la vista hacia su cara, y el gesto de sus ojos cerrados en aspa y la boca en forma de media luna hacían el resto.
Entre su ejército de niños campesinos y villanos, hallábase una niña dos años más joven que Frikipedio. Una extraña forastera, venida de allende el mar, llamada Inciclopea. Tenía una larga melena que llevaba recogida en una gruesa trenza negra y brillante como lomo de serpiente. Era valiente, atrevida... jamás se amedrentaba. Al principio, para ser aceptada en el grupo se había disfrazado de chiquillo; todos veían en aquel muchacho, que se hacía llamar Inciclópeo, un posible líder, que hacía sombra a veces al mismísimo Frikipedio. Y lo hubiese sustituído, de no ser porque un día su madre, una mujer gruesa y también morena, ataviada con ropas de fuerte colorido, la andaba buscando.
-Inciclopea, niña, vuelve a casa, ¡que te esperamos para yantar! ¡Mira que eres taimada, chiquilla!...
A partir de aquel día, la niña fue rechazada, porque en aquellos tiempos también las mujeres debían valer por cuatro hombres para ser respetadas. Pero Inciclopea valía por cinco al menos, y en poco tiempo fue readmitida, si bien ya nunca más supuso una amenaza al liderazgo de Frikipedio.
Era un día de sol, extrañamente dentro de la estación lluviosa gallega, cuando Inciclopea, una vez más, acudía la primera a la reunión táctica de la pandilla. Frikipedio esperaba con impaciencia. En pocas horas estarían todos saboreando unos mal guardados dulces de la feria del Macarrón. Seguramente Inciclopea habría ya urdido algún ingenioso plan para arrebatar el botín a sus cuidadores, los confiteros de la capital. Sólo una pequeña corrección, alguna sugerencia, y las mentes de nuestro héroe y aquella niña tan despierta les traerían un dulce premio.
Mas Inciclopea no venía como otras veces, con paso firme y rápido. Ni sus ropas eran las habituales polainas azules, ni su pelo oscuro se escondía en un birrete diminuto.
Estaba preciosa. Sus ojos, que hasta el momento ni había reparado en que eran verdes, lucían cual ciruelas en árbol de vecino. Su largo pelo trenzado caía por su espalda hasta el mismo comienzo de las piernas. Su atuendo, de ordinario sucio y estropeado, era un complicado vestido con cordajes de oro, y su cara siempre sucia relucía como el agua en verano.
-Hola, Inciclopea, ¡hoy pareces una chica! - le dijo Frikipedio. -¿No llevas una ropa un poco llamativa? ¡El confitero te va a cazar!
-Frikipedio: hoy no voy a poder jugar con vos. Ni nunca más. -dijo, triste, la niña.
-Mas, ¡qué decís, Inci! ¿Qué os ocurre?
Entonces, Inciclopea, grave, seria, comenzó a hablar:
-Esta misma tarde parto para Netland, la patria de mis tíos. Vengo a despedirme de vos. Nunca nos volveremos a ver. Decídselo a los otros.
-Pero...
-No hagáis más larga la despedida. Yo os recordaré siempre. Tomad este broche. Si alguna vez nos encontrásemos, sabed que es la mitad de una joya que atesoro. Vuestra parte encaja en la mía. Así nos conoceremos, aunque seamos enemigos. Si de mayor veis una dama con un broche en forma de rosquilla no la matéis hasta ver si vuestro broche encaja en el de ella. Yo nunca querré casarme con otro sino con vos, sabedlo, Frikipedio. Era nuestro destino, pero ahora nos es arrebatado. Dadme un beso.
Y antes de que Frikipedio pudiese reaccionar Inciclopea juntó sus labios con los de él y lo siguiente que nuestro caballero niño pudo ver es la figura de aquella niña tan alta como él aunque dos años más joven alejándose hacia sus padres, que la esperaban en una carroza.
Cuando llegaron los otros niños apenas le dieron importancia a la partida de Inciclopea. En pocos días se supo que el padre de la niña era perseguido por el mismísimo Rey, por alta traición. Nunca más hablaron del caso.
Pero en la hasta entonces limpia frente de Frikipedio asentóse la desazón. Un pequeño punto de tristeza, una sombra de melancolía habitaron ya para siempre en él y le acompañaron toda la vida junto a su poder risueño y un extraño colgante de plata en forma de pepino.
Fin del Tercer Textículo

· FRIKIPEDIO 02 - Bebé

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.


Textículo II. La Primera Infacia de Frikipedio y de las circunstancias que concurrieron en su primera aventura a la tierna edad de tres meses.
Este recién nacido, nacido una tarde de general aburrimiento, este infante peludo y poco formado todavía, cuya fealdad extrema al nacer hizo exclamar a su padre:
-“Aqueste infante tiene una triste factura.”
A lo que su madre, la condesa Uncyclopedy, replicó:
-“Sí, es feo de balls, pero ya le tengo cariñou.”
Pues nada menos que él, un simple bebé de la noble cuna de los Condes de Pedia, en Gondwana (Galicia), estaba llamado a cumplir un destino heroico, con el que ningún mortal soñó jamás. Un ser pequeño e indefenso, cuyo rechoncho y arrugado cuerpito no hacía adivinar siquiera las afamadas gestas que harían temblar la fama del mismísimo Amadís.
En los primeros días de Frikipedio, su vida no estaba jalonada por la aventura ni el honor. Sólo tres conceptos: llanto, teta y cuna, cuyo ciclo incesante marcaría su vida para siempre.
Pero a la tierna edad de tres meses, cuatro días, dieciocho horas, cinco minutos y seis segundos, aproximadamente, sucedió algo asombroso. Algo que dejó a sus progenitores atónitos, y a todo el castillo revolucionado.
Era otra tarde de viento y lluvia, como correspondía al comienzo de la estación húmeda gallega. Frikipedio miraba con sus ojos de bebé, grandes, serenos, atentos a todo, el salón grande del castillo.
Era el momento de la merienda. Sir Wiki había vuelto de su visita semanal a las mazmorras, e intentaba acomodar sus posaderas, enfundadas todavía en la gruesa armadura, sobre el mullido asiento del trono.
Como todavía no se conocía el café, ni el té, los castellanos pasaban las tardes bebiendo vino y comiendo queso y embutidos.
El bebé se afanaba en extraer las ya últimas gotas de leche del exhausto pecho de la bella condesa Uncyclopedy. Era extraño, pero Frikipedio había rechazado a todas las amas de cría de la región. Siempre gritaba dirigiéndose a su madre, buscando su pecho. Finalmente la joven dama inglesa había accedido a aquella inusual -quizá incluso pecaminosa- forma de amamantamiento, simplemente por salvar al niño de una horrible muerte por inanición. Pero lo que había comenzado como una rareza provisoria, ahora se había convertido en un lazo inquebrantable. La relación entre madre e hijo se había hecho tan estrecha, que Uncyclopedy había, personalmente, despedido a todas las nodrizas del castillo.
Era ya la hora que en Galicia anuncia el “serán”, la que los ingleses llaman “evening”, y el sol comenzaba a vaguear.
De repente, Sir Wiki, que se había descalzado para quitarse una piedrita, se levantó de su trono, en el que tanto le había costado acomodarse, y con armadura y todo se balanceó con la intención de acercarse a la mesa para coger algo más de queso ahumado.
Pero no vio, en el suelo, su propio yelmo. Resbaló, tiró a dos de los comensales al intentar asirse, y finalmente dio con su gruesa figura en un banco, al otro extremo del cual merendaba, encogida como un cuervo, su ama de llaves, una mujer vieja, menuda, de carnes enjutas. ¡Vive Dios que es cierta la ley de la palanca! Doña Flor, que así se llamaba la sirvienta, voló por encima de la fuente del queso, hasta caer sobre el arpa de Ludovico, el músico, que sonó por última vez.
Pero ahí no había acabado el accidente. Sir Wiki, que cuando lo dejamos estaba cayendo sobre el otro extremo del largo banco, terminó efectivamente de caer, mas con tan mala suerte, que al intentar levantarse se dio con el cogote en la madera de la mesa, y como era un hombre tan fuerte y corpulento, hizo caer con el golpe el queso, que rodó hasta el suelo; el embutido cortado en finas lonchas, que cayó cual hojarasca llenando toda la sala; y el muy tinto vino de Barrantes, que terminó casi todo llenando la coraza del conde. Digo casi todo, porque el que no se coló por todos los intersticios de la armadura fue directamente a caer sobre la magullada cabeza de Sir Wiki, tiñendo su rubio pelo del granate intenso de aquel vino oscuro y espeso, casi masticable.
El estropicio era completo. Magulladuras, jarras y huesos rotos, llanto de damas, vino inservible... y queso y embutido tapizando suelos, paredes, invitados, y hasta los gruesos tapices de la trasera del trono.
Lógicamente, todos se habrían apresurado a ayudar al bueno del conde, su ama de llaves, el esforzado Ludovico, los invitados caídos... pero cuando iban a hacerlo quedaron petrificados.
Frikipedio, que había visto todo el desgraciado episodio en primera fila, comenzó a reirse a carcajadas, con esa risa sana y contagiosa con la que el Monstruo de Espagueti Volador obsequió a los bebés. Pero lo que dejó a todos paralizados, lo que aquellos que lo vieron no fueron jamás capaces de olvidar, fue la extraña mueca que su carita de bebé acertó a componer. Un gesto que en adelante acompañaría a Frikipedio en todas sus aventuras, y que supuso gran parte del arrollador éxito de sus victorias. Mientras reía, Frikipedio fue, sin darse cuenta, cerrando sus ojos en apretado dibujo, de modo que formaba con los pliegues de los párpados una especie de aspa, y la boca apretada, sin dientes todavía, formaba la figura de una media luna. Un servidor, humildemente, se ha atrevido, años más tarde, al recoger en este texto las Gestas de Frikipedio el Caballero, a bautizar tal prodigio como “el gesto XD”, porque tal era la forma de sus rasgos al poner ese gesto.
Mientras duró la risa y el gesto de Frikipedio, ninguno de los sirvientes, caballeros, o damas de la sala, ni siquiera los accidentados, o la madre de nuestro amado caballero, pudieron moverse. Incluso ellos mismos, uno tras otro, prorrumpieron en risas escandalosas, adoptando en sus faces gestos que recordaban al del niño, entrando en una especie de trance extraño, que les impedía actuar.
Al final, a los desperfectos de la aparatosa caída, hubo que sumar las secuelas de tan intensa risa: mandíbulas desencajadas, dolor de sienes, ropas echadas a perder por la incontinencia...
Mas aquella tarde de extraños sucesos no fue más que la primera vez que el mundo vio la fuerza desatada de aquel gesto de Frikipedio, que en adelante haría justamente famoso al Caballero de la Triste Factura, pues con ese mismo gesto derrotó a innúmeros enemigos, tomo ciudades y logró imponer justicia a infames villanos y poderosos sátrapas que la Fortuna puso en su camino.




Fin del Segundo Textículo
Siguiente textículo: De los Juegos de Frikipedio Muchacho, y de sus Primeros Amores y Riesgos.

· FRIKIPEDIO 01 - Nacimiento

Como os había dicho, publico los textículos como entradas del blog, para un acceso más sencillo:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca
Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el
Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus
arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo I. El nacimiento del Caballero de la Triste Factura.


Hay héroes cuyo nacimiento está precedido por importantes signos; el cielo se tiñe de rojo, o aparece una Dama Blanca con una espada mágica y pronuncia con armonioso verbo un discurso grave sobre el destino del recién nacido...
Otros, en cambio, son de origen humilde, y la Fortuna guía sus pasos por la senda del Honor, haciéndoles partícipes en decisivas batallas.

Pues bien. Frikipedio, ni lo uno ni lo otro.

Era una lluviosa tarde de Julio en Gondwana (Galicia), y las horas pasaban lentas, inabarcables. Quien haya pasado una larga estancia en Galicia sabrá de qué hablo: esas lluviosas tardes de Julio, calurosas mas húmedas, en las que el tiempo es espeso, pasa lento, como la miel cuando baja por las paredes de la cuchara hasta la taza. Son tardes grises y eternas, en las que la lluvia se ha instalado por sorpresa y en unas horas ha borrado todo rastro del verano que se disfrutaba tan sólo ayer.

El conde Wiki y la Condesa Uncyclopedy, de origen inglés, dejaban pasar el día melancólicos, mirando por la ventana del castillo; agotando todos los recursos del ocio castellano:

Ya habían pasado los momentos de las audiencias con los campesinos en la mañana.
Habían también enviado a la horca a varios de ellos, y asistido al ajusticiamiento de los reos del día anterior...
Ya había pasado el banquete, y los bufones, y los entretenimientos cortesanos, y los músicos...
Incluso los paladines ya se habían acercado a contar sus exageradas gestas...

Pero se aburrían sin remedio.
Así que por puro aburrimiento, de repente, Uncyclopedy, la condesa, que estaba embarazada de ocho meses y medio, decidió dar a luz. Ni corta ni perezosa, se levantó y dijo:

-Sir Wiki, quierou tenerlou ya.
-¿Ahora, Mi Señora?- exclamó el conde Wikifredo, sorprendido.
-Yes, now mismou- replicó, tajante, la condesa.
-Pero por ventura, ¿tenéis ya espasmos de vientre?
-Not, aínda not tengo contractions, pero haré un esfuersou. Así por lou menos hagou algou.

-Pero señora, dexadme acabar al menos la partida... suplicó el padre, tímidamente.
-Not, Wikifredou. Now mismo ya, si not es molesthia-
-Vale.


El conde Wiki llamó a las comadronas, que dispusieron todo lo necesario, y así fue como un 25 de Julio, fiesta de Pangea, vino al mundo el caballero Frikipedio, cuyas gestas heroicas serían narradas generación tras generación, y cuya fama en todo el Orbe ha durado hasta nuestros días.

-FIN DEL PRIMER TEXTÍCULO-

miércoles, junio 07, 2006

Pequeña revisión del textículo 4... y el 5 a punto de salir

Deberíais daros cuenta de que cada vez que un lector de este weblog no postea un comentario en algún lugar del mundo un caballero andante desaparece y vuelve en forma de lagarto de V. Los ratones del mundo os agradecerán que comentéis algo, aunque sea qué tiempo hace hoy.

En breve publicaré todos los textículos de Frikipedio (...eso creo, al menos) como entradas del blog, para que se puedan leer sin necesidad de bajar los PDFs, pues me han comentado que a veces esto da problemas.
De todos modos, como esta historia la voy releyendo y retocando constantemente (corrijo frases, quito redundancias, etc) la versión actualizada (la buena) será siempre la de los PDF en el menú que tenéis arriba a la derecha.

Y en cuanto pueda teclear las correcciones, publico el 5º textículo. No creo que pueda antes del domingo. Pero el enlace ya está, por si acaso.

Sed felices.

viernes, junio 02, 2006

Textículo 5 casi a punto

El textículo 4 supone una inflexión en la historia de nuestro héroe. Su vida adulta comienza en plena adolescencia con la desaparición de la figura paterna (a ver qué dicen los freudianos).
Se introduce también una trama de intriga religiosa que será el telón de fondo de esta historia.

En el 5º textículo (que escribí unas horas después del 4º) se asiste a las primeras hazañas de Frikipedio en la batalla. Pero cuando iba a publicarlo me di cuenta de que la historia se había complicado mucho, y para poder hacer coherentes los hechos narrados en los cuatro anteriores textículos y sobre todo poder llegar en los últimos textículos a lo que me había marcado como objetivo del relato en el esquema general (enfentamiento con la SGAE de Siete Cabezas), debía reformar completamente el texto de esta quinta entrega.

Así pues me paré a escribir un guión maestro de urgencia y estoy ahora haciendo cambios en el texto para que todo cambie pero que todo siga igual. Cuando lo termine de cambiar, lo revise, relea, corrija y de por terminado lo publicaré. A ver si puede ser para este fin de semana.