domingo, marzo 04, 2007

Al fin el 9º

Después de muchas dudas, después de mucho trabajo también, al fin me decido a publicar el 9º textículo de este magno relato. Es bastante más largo de lo habitual. Supongo que el autor, aprovechando una ausencia del Prior, habrá aprovechado para redactar el relato de los hechos que preceden a la entrada de Frikipedio en las Guerras de Ribadeo, que concluyeron con la recuperación de la plaza para Gondwana, aunque no por luchar contra el Emperador, sino como premio a los servicios prestados. Como no quiero aburriros con esta presentación, he aquí el relato:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, Héroe de la Triunfal Batalla de Eirís, adulto
consumado y Conde Pastafarísimo de Pedia y su pedanía.
Y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea
.



Textículo IX
El Teatrillo de Sombras Chinescas

El general de las tropas mercenarias esperaba al fondo de la sala. Junto a él, uno de sus hombres de confianza.
Frikipedio no estaba cierto del todo, mas cuando se acercó pudo comprobar que conocía a aquel montaraz.
-¡Krusher! Exclamó.
-¿Frikipedio? ¡Cómo has krrecido!
El general mercenario dio una palmada al muchacho, rompiendo el protocolo debido, lo cual alertó al séquito, que seguía allí.
El Rey Rataube, extrañado, preguntó:
-¿Cómo? ¿Conocéis al Duque de Krusher?
Frikipedio miró sorprendido al general mercenario.
-¿Duque?¿Ahora sois duque? ¡Granuja, cómo habéis sabido cuidaros!
Luego se dirigió al monarca:
-Maxestad. Sí conózcolo. Es Krushy, mi instructor de lucha, en el castillo de mi pad... en mi castillo, cuando era rapaz. ¡La de golpes que nos dimos!
El general interrumpió:
-Frikipedio, vos sois conde ya, mi enhorabuena. Si me permitís, conde, herr maxestad, Sir Cimbrán ya está preparado. No perdamos más tiempo. Si os parrece empezamos...
Pero el Rey no estaba conforme:
-¿No nos presentáis a vuestra mano derecha? ¿Sir Cimbrán?
-Oh, perrdón. Os pido disculpas. Maxestad, Conde... os presento a Sir Cimbrán, mi lugarteniente. Sir Cimbrán, os presento a Su Pastafarísima Maxestad Rataube I el Xusto, y a mi antiguo pupilo, hoy Conde de Pedia, Herr Frikipedio de Entrerredes.
Frikipedio se adelantó y mostró al ayudante de Krusher el gesto de los tres dedos...
-Paz y larga vida...
-Tanto gusto...
Sir Cimbrán apretó la mano en tres dedos de Frikipedio y la agitó como hacen los plebeyos. Frikipedio no acertaba a comprender que los mercenarios suelen carecer de nobleza y elevados ideales.
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Sir Cimbrán hizo un gesto y los sirvientes descubrieron un retablillo oriental de sombras. Para aquellos que no habéis tenido la fortuna de conocerlos, es una suerte de pantalla sobre la que un teatrero mueve figuras que representan guerreros, aves, pájaros y edificios. Sus sombras se proyectan en la pantalla, hecha con una tela sutilísima. De aqueste modo pueden verse batallas, travesías marinas o lo que el oriental quisiere hacer ver, como cosa de hechicería.
Cuando todo estuvo preparado, Sir Cimbrán comenzó a hablar.
-Maxestad, Sir Frikipedio... sólo les robaré un minuto de su tiempo...
La ocasión es grave. Su territorio corre peligro por la amenaza infiel. Sus fuerzas están mermadas... ¿qué deberían hacer vuesas mercedes? ¿rendirse? ¿formar un ejército de campesinos, tan simples como las ovejas que cuidan?
¡Hay una alternativa!¡Oh, sí!¡Claro que la hay! Ustedes habrán oído hablar de los mercenarios, los montañeses, los traidores de su propia soldadía...
Nosotros no somos mercenarios. No le ofrecemos tropas al mejor postor. Con nuestros guerreros nace un nuevo concepto:
Pago Por Victoria. Vuesas mercedes sólo pagarán por batallas ganadas. El nuestro es el primer ETT, Ejército de Tropas Temporeras, en Gondwana.
El montañés, ataviado con su delantal de cuero de vaca, tenía una oratoria magnífica. Poco a poco fue presentando todas las variedades de contratos de los que su legión disponía:


  • Asalto a Medida: el cliente decide el número de efectivos de asalto, armamento, etc.
  • Pago Contracabeza: el pago se realiza por cabeza entregada, según tarifas oficiales.
  • Agitación Masiva: Soldados especializados se infiltran en el territorio enemigo y alborotan al pueblo contra los gobernantes.
  • Héroes de Alquiler: Auténticos campeones, ataviados lujosamente lideran la batalla a cambio de un precio fijo por hora.
Aquel montañés, que parecía buhonero por su facilidad de palabra, explicaba otras ventajas:
-Además, sus mercedes tiene la total garantía antimercenaria. Si los traicionamos les devolvemos su dinero...
Mientras Sir Cimbrán hablaba, el oriental, tras la pantalla de seda, representaba batallas fantásticas contra ejércitos numerosísimos, sierpes gigantes, brujas horribles, hidras, hechiceros y soldados de la Cruz.
Frikipedio hallábase absorto observando las sombras chinescas, que acompasadas con el experto verbo del mercenario, maravillaban a toda la audiencia. Ni siquiera el Rey, acostumbrado a espectáculos de prodigiosa factura, o a los floridos relatos de los caballeros queriendo hacer méritos, podía evitar mirar las figuras que el bactriano componía.
Durante la cena que siguió al espectáculo, el rey propuso a Frikipedio formar parte de su ejército para lo cual lo nombraría Centurión. En breve, si la campaña marchaba bien, sería General con todos los honores. Otros generales del ejército, presentes allí, eran Belcebú, Marqués de Barrantes, y Satanás, Conde de Albarei, que habían destacado en la lucha contra los Cristianos, entre los que habían provocado gran número de bajas. Tanto era así que los soldados de la Cruz ya juraban contra Belcebú y Satanás, a los que comparaban con el mismísimo demonio.
Al día siguiente, Frikipedio despertó en mullido lecho, en el Palacio de los Reyes. Tras las conversaciones con Rataube y los mencionados Belcebú y Satanás, más otros notables del Reino, había decidido dar su voto favorable a Krusher y su Ejército de Tropas Temporeras. No es que les agradase demasiado la idea de contratar mercenarios, pero de todos los candidatos, la confianza que les inspiraba el antiguo instructor de Frikipedio, junto a la magnífica exposición de Sir Cimbrán y su teatrillo de sombras, había inclinado la balanza hacia ellos.
A los demás, la cláusula de Garantía de Fidelidad contra Traición les había parecido grandemente ventajosa, pero Frikipedio desconfiaba de los contratos en pergamino.
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Finalmente todos asistieron aquella tarde a la Ceremonia de la firma en el Salón del Reino. Bajo la protectora imagen del Monstruo de Espagueti Volador el Duque de Krusher juró solemnemente el compromiso de poner todo su ejército bajo el pabellón de Gondwana y servir como uno más a las órdenes del Rey. En breve partirían hacia el Imperio Asturíaco, para repeler las hordas cristianas todavía fieles al anterior rey Judas III, junto al cual se hallaba el que fuera monje Ramonicum, ahora general. Se escondían en las montañas de la frontera. En principio acudirían al llamado del Emperador asturíaco, pero si resultaba ser una encerrona, contarían con hombres suficientes para poder repeler al Emperador, a los Cristianos y si hacía falta a la mismísima Bruja Piruxa.


De vuelta a palacio, la sangre de nuestro héroe se agitaba, soñando con la batalla. Frikipedio dirigiría una centuria de soldados de Pedia junto a las tropas montañesas que estaban a las órdenes de Krusher. Su magín ardía cual monte de eucaliptos en agosto. ¡Qué multitud de aventuras le depararía aquella nueva ocasión! ¡Qué nuevas hazañas le regalaría su espada!


Fin del Noveno Textículo