viernes, julio 28, 2006

Ya falta menos

Al fin he encontrado la traducción a algunas expresiones gondwanesas que me tenían atascado. He consultado con algunos miembros del PP que todavía hablan en la intimidad este extinto idioma y definitivamente he desentrañado el oscuro significado de ciertas frases hechas.
Una de las frases que el monje políglota había redactado en gondwanés era:
Araa owa naeta da loar...
que en gallego moderno sería:
Era unha noite de luar...
No deja de ser curioso el extraño parecido que todavía guarda el gondwanés -antigua lengua, origen de casi todas las demás- con el gallego. Según parece el truco está en leer con voz alta y abriendo mucho las vocales.

A ver si este fin de semana puedo al fin subir el texto y me acuerdo de escanear y publicar alguna página del manuscrito.

viernes, julio 21, 2006

De verdad de la buena, el 7º pronto vendrá

Os lo juro. En breve (menos de cinco años) publicaré el séptimo textículo del Corpus Frikipedicum. Lo cierto es que la compilación se me está resistiendo. En esta ocasión el monje escriba utiliza varias frases hechas en gondwanés, que me están dificultando la traducción.
Por lo que he podido traducir, parece ser que se reencuentra con su instructor germano, ahora general, de nombre Krusher. También se menciona al nuevo rey, Rataube I el Xusto... Si os pasáis por aquí o por aquí sabréis de qué va este rollo.
Bueno, eso, pues paciencia, falta menos ya. Y sabed que no está prohibido ni comentar ni publicitar este blog... no es por nada...

lunes, julio 03, 2006

Al fin, el SEXto textículo

ADVERTENCIA: NO RECOMENDADO A MENORES

Durante algún tiempo he retenido mi compilación del sexto textículo de las aventuras de Frikipedio, traducción en este caso casi directa del Corpus Frikipedicum, pues este es uno de los textículos mejor conservados.
La razón ha sido lo gráfico de las descripciones referentes a las costumbres de la época, pues aunque de natural liberal y moral laxa como buen pastafari, mi formación originaria ha sido en una sociedad influída por el Cristianismo, y como casi todo Occidente arrastro la pesada carga de la culpa relacionada con los temas referentes al contacto carnal.

No obstante, pese a quien pese, he decidido ser fiel al texto originario y no matizar ni suavizar lo que las manos de aquellos últimos pastafaris clandestinos trazaron con firme péndola sobre el viejo pergamino.

Así pues, sin más dilación, y con la seguridad de que estoy desvelando unos usos y costumbres que se suponían impensables en la Alta Edad Media, aquí tenéis el textículo completo, sin censura o enmienda alguna:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo VI. Habemus Orgiam.
La desde entonces famosa Batalla de Eirís, en la que gracias a Frikipedio se había apresado y ajusticiado nada menos que a 490 soldados cristianos, fieros como leones, le había valido a nuestro héroe el derecho a ser armado caballero.
En ausencia del Rey Judas III, que había desaparecido misteriosamente, correspondía al Virrey Anxova pasar la espada cerca de sus orejas. Como fuera que el virrey era un individuo de poca fuerza en los brazos, se había ideado un artilugio mediante el cual la espada pendía de un hilo que soportaba su peso y que era del todo invisible, y era grande la maravilla de no verlo. Quienes no conocían aquella invención, naturalmente pensaban que el virrey blandía la espada con ligereza, pues tal era el prodigio de aquella máquina.
Precisamente, en aquellos tiempos a los caballeros andantes se les deseaba robustez para poder levantar la pesada espada y asestar mandobles. Por ello la ceremonia siempre comenzaba con ese deseo expresado en una fórmula ritual:
-¡Que la fuerza te acompañe!
Y luego, tal y como era menester entre los caballeros andantes, que sólo debían usar la fuerza para restablecer la paz y debían mostrar compasión mas no ira, se les hacía sellar el juramento mediante el saludo de los caballeros, el noble gesto de la mano de tres dedos, juntando índice y corazón, símbolos de poder y compasión, y por otra parte juntando anular y meñique, dedos que simbolizan nobleza y plebe, unidas para indicar que no se harían jamás distinciones de casta al socorrer a los cuitados.
El saludo se completaba con la expresión de aquel anhelo:
-Paz y larga vida
A lo que el caballero debía responder:
-Larga vida y paz
Cumplidos los ritos y hechos los votos, Frikipedio era ya un caballero de pleno derecho. Ahora tenía que demostrar que también era adulto. Para ello debía asistir a su primera orgía, que como era habitual era organizada por la madre.
La gentil y diligente Uncyclopedy había ya preparado la lista de invitados.
-Madre, pero a mí me da vergüenza...
-¿Perou por quéi? Si la thía Gimnopedia te qhiere muchísimou.
-Ya, pero no deseo xacer con ella, ¡thiene 40 años!
-Bueno, hijou, pero es soulo corthesía. ¡No thienes por quei estar todo el thiempou con ellai! ¡Ademáis vienei también tu primou Onipsis, su hijou...
-¡Mamá!, ¡pero es que tampocko es mi tipou!
-Lo sei, pero es tu primou. ¡Al menos juegai con él!
-¡Xolines!
Así, Frikipedio al fin alcanzaba lo que tanto deseaba; el Caballero de la Triste Factura, el Quasi-conde de Pedia, el heredero de Sir Wikifredo de Entrerredes, cruzado en Roma, ¡al fin entre los Paladines! Y por fin gastaría yelmo, coraza y escudo propios, y con su propia enseña: cuatrocientas noventa (XD en los números de la época) cabezas de león, sobre fondo de Boloñesa, el rojo asociado generalmente al Monstruo de Espagueti Volador.
Aquellas cuatrocientas noventa cabezas representaban al ramillete de testas cristianas que gracias a Frikipedio habían podido ser cortadas. Las de cuatrocientas noventa herejes fieros como el Rey de la Floresta, que en la triunfal batalla del Palacio de Eirís habían sido su bautizo de sangre.
.........
Frikipedio lucía imponente. Casi era una pena que tuviese que despojarse de armadura y armas para asistir a su orgía. Pero las ceremonias, aunque fastidiosas, son necesarias. ¿Cómo si no perpetuar las buenas tradiciones?¿Cómo si no mantener la virtud en tiempos de acechante inmoralidad? Si era necesario ir a la fiesta de la carne y fornicar con media familia y todas las cortesanas y mancebos de la nobleza pedense, pues había que hacerlo. La Rectitud sólo tiene un camino.
En la bacanal, realmente todo estaba muy bien orquestado. Los músicos, desnudos para no desentonar, plañían fídulas, chirimías, arpas, rabeles y hasta un extraño instrumento inventado por Paifocles: el cromorno recto.
En las mesas, viandas ligeras (jabalí, koala, pollo de rabo largo, buey...) y caldos de todo el reino adornaban las labradas tablas.
El Obispo, con una túnica púrpura de seda, que dejaba adivinar su rechoncho cuerpo, oficiaba la homilía ceremonial en honor de El Monesvol, que abriría la fiesta.
Todos guardaban silencio. Cuando acabo, la tía Gimnopedia se acercó la primera a Frikipedio, con su hijo Onipsis, y comenzó sus trabajos de soplado.
Frikipedio, para soportar aquel tedio, comenzó a beber vino: Barrantes, Ribeiro, Alvariño, Ulla... sorbo a sorbo, trago a trago... copa a copa, jarra a jarra... barril a barril... fue recorriendo toda la geografía gallega mientras los invitados recorrían toda su propia geografía.
En la confusa percepción que tenía de aquella ceremonia, fueron sucediéndose rostros, notas musicales, fluidos corporales y sobre todo sabores de vino y viandas: las carnes sobre el plato, los platos sobre la carne...
Al día siguiente todo era dolor de cabeza y de cuerpo (sobre todo en algunas partes). No recordaba nada, pero entre todas las borrosas imágenes de aquella noche, recordaba vagamente una moza de belleza indescriptible. Había yacido con ella durante las últimas horas. Y creía recordar sobre su cuello un extraño colgante en forma de... ¿de rosquilla?

Fin del SEXto Textículo