sábado, diciembre 30, 2006

Cambio de título

Pues sí. He cambiado el título del Blog, pero si estás aquí es porque a pesar de todo lo has encontrado. Espero que sigas visitándome, aunque hayas tenido que cambiar tus RSS.

En breve el 9º, lo juro. Espero que no quede para el año que viene.


martes, noviembre 21, 2006

A Helen Vidiosow

Helen Vidiosow dijo...

Es bergonzosso que una tomadura de pelo como esta esté teniendo tanta reperkussion mediátika. Sabo lo que digo porke soy medievalistova muy prestigiossa, como este meketreffe que los está enganyandow a todoss.

07 noviembre, 2006 11:43

Nada menos que así se presenta esta famosa medievalista cuyo deleznable importante trabajo desprecio desconozco respeto. Es entre otras hazañas, la responsable de que la palabra gótico se utilice hoy día popularmente para describir lo oscuro cuando cualquiera que haya visitado una catedral gótica sabe que es el estilo de la luz y cuyos arcos ojivales se elevan hacia lo divino.
Helen Vidiosow, en realidad Helena Vidiosov, es norteamericana de origen ruso. Nació en 1968 en Tallahassee, capital de Florida. Participó en importantes investigaciones, como la asesoría científica para la ambientación histórica de la película Dragones y Mazmorras (Dungeons & Dragons), que todos recordaréis por su pésima gran calidad. Se la relaciona con la victoria de George Bush en 2000, aunque ella y su círculo de amistades han negado toda relación.
Actualmente Helen disfruta de una beca de la Christians Against Pastafarism Age Research (C.A.P.A.R.) que está apoyada directamente por el gobierno Bush. Lleva dos años de labor como mosca cojonera investigadora, que básicamente consiste en contradecir, llegando al insulto si hace falta, a todos los que intentamos desentrañar el pasado pastafari europeo en la época tardorromana y medieval.

En fin. Un encanto. Pues parece que vamos a tenerla por aquí. Incluso en Inciclopedia, crisol del Saber, se dedica a maldecirnos. Que su Dios la conserve en formol su Gloria.


El resto del texto aquí

lunes, noviembre 13, 2006

El 9º textículo dentro de poco

Gracias a la inestimable ayuda del Dr. Julius Sisah, he podido al fin descifrar el latín del 9º textículo, que estoy ahora re-redactando una vez traducido. En breve lo pondré aquí. Parece ser que en esta ocasión nos encontramos con la descripción detallada, de gran interés histórico, de una reunión para cerrar el trato entre el rey Rataube I el Xusto y un ejército de fortuna. O como ellos lo llamaban, E.T.T. (Ejército de Tropas Temporeras).
Este tipo de documentos han permitido reconstruir, gracias a su increíble detalle, cómo era la vida militar y política en esos primeros tiempos de las Guerras Pastafaris, cuando Gondwana rechazó con éxito la primera gran avalancha enemiga.


martes, noviembre 07, 2006

Guerras Pastafaris

En la Inciclopedia me ha sorprendido ver un artículo sobre las Guerras Pastararis -en las que Frikipedio fue una pieza clave- y magníficamente documentado, con un detalle asombroso sobre todas y cada una de las intrincadas y oscuras etapas de doscientos años de batallas. Me ha sorprendido muchísimo, ya que solamente unos cuantos eruditos y erudos mayores conocemos actualmente esa parte decisiva de la historia, silenciada por siglos de dominación cristiana. Esto no hace sino confirmar el gran mérito y la enorme seriedad de esta magna enciclopedia escrita poco a poco por miles de internautas anónimos. ¡Enhorabuena, inciclopedistas!

domingo, octubre 15, 2006

Octavo al fin. Noveno en camino...

He tenido que dividir el texto del textículo -valga la redundancia- octavo porque su longitud era inusualmente larga.
En realidad ambos (8 y 9) forman un único textículo. Pero como me he propuesto publicar un textículo por guarda, en realidad no estoy cambiando demasiado el original, porque se trata de dos guardas cosidas que forman un único texto pero con una división bien clara... en la costura.
Ahora os doy a conocer el 8º textículo, pero ya tengo preparado también el 9º. Espero no tardar tanto como he tardado en publicar el 8º. Os pido disculpas por ello, pero juro que me ha sido del todo imposible hacerlo antes.

(Actualización) Subo la primera imagen, una ilustración correspondiente al textículo 5º. Ya vendrán más.Frikipedio entra en el Palacio de Eirís cortando qué se yo, piernas, brazos, cabezas...

Que lo disfrutéis. Ahí va:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, Héroe de la Triunfal Batalla de Eirís, adulto
consumado y Conde Pastafarísimo de Pedia y su pedanía.
Y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la
Simpar Inciclopea.


Textículo VIII.
La llamada del Rey


Las alabanzas al nuevo conde fueron rápidamente puestas en verso y cantadas por trovadores y juglares. En toda Pedia, incluso en el reino entero y hasta detrás de la marca astúrica las fazañas de nuestro joven héroe fueron celebradas.
Tras la huida del rey hereje, Gondwana hallábase descabezada. El virrey Anxova no pasaba de ser una figura meramente decorativa, cual águila o puerco en un blasón de madera. Era de ánimo demasiado tranquilo, falto de los humores del nervio: sangre y bilis amarilla.
El ejército gondwanés también estaba mermado. Parte de sus fuerzas luchaban en Roma; parte seguían fieles a Judas, el traidor, y los demás -los que no estaban muertos- sumaban apenas 50.000 hombres, demasiado jóvenes o demasiado viejos en su mayoría.
Solamente la derrota de los cristianos en Oviedo había dado un respiro a los hijos de Gondwana, pues el nuevo emperador asturíaco había rechazado la alianza con Judas y pedía a Pedia ayuda contra el ejército que el rey traidor estaba juntando.


En tal situación, el Consejo de Caballeros había exhortado al virrey Anxova a apurar la elección de un nuevo Rey. Finalmente, de entre todos los candidatos, los ancianos habían seleccionado a un hombre joven: Rataube del Urogallo, que sería conocido en la posteridad como Rataube I el Xusto.
Rataube I comenzó su reinado sin pompa ni boato, organizando, antes de terminar de asentar sus posaderas en el trono, un ejército que pudiese luchar contra el enemigo.
............
Aquella mañana un messenger llevó a Frikipedio una carta. ¡El nuevo Rey lo llamaba a palacio!
Nuestro amado paladín no cabía en sí de gozo. Partió hacia Coruvigo aquella misma tarde.
Era la primera vez que Frikipedio viajaba con su séquito. Con su propio séquito.
Al principio, tener un grupo particular de sirvientes en todo momento le pareció a Frikipedio una ventaja. Pero pronto se desengañó:
Si el conde salía del castillo, una escolta cubría su recorrido precediéndolo y en retaguardia.
Si al conde se le ofrecía un alimento, el catamanjares lo probaba antes, por si se hubiera envenenado. Pero claro; todo lo que comía tenía siempre un mordisco. Cada tajada, cada tallarín. Hasta las galletas que comía estaban mordidas, y los caramelos chupeteados.
Si al conde se le ocurría ir al retrete, el calientatronos posaba en él antes su culo. Si pernoctaba fuera, el aposentador comprobaba antes la cama. Si conocía una muchacha...
Estaba harto. El séquito suponía un engorro mayúsculo. Siempre adelantándose a sus deseos, siempre retrasándolo en sus actos...
Cuando llegaron a Coruvigo, nuestro héroe tuvo tiempo de admirar la imponente fachada del Palacio de los Reyes, que seguía magnífica e inmaculada, a pesar de los incendios por las batallas que habían asolado la ciudad. Y tuvo tiempo porque el séquito tardó diez minutos largos en prepararse, disponerse, colocarse y finalmente entrar en el palacio.
El joven rey esperaba a Frikipedio -y su séquito- en lo alto de la Gran Escalera Ceremonial.
-¡Al fin os conozco, Frikipedio! Saludó, campechano, el monarca.
-¡Paz y larga vida! Dijo Frikipedio
-Larga vida y paz. Dijo el Rey
Tras el saludo ritual de los caballeros, con la mano puesta en gesto de tres dedos, el Rey acompañó a Frikipedio a otra estancia. Por el camino fue contándole el motivo de su llamado.
La insurgencia había dejado a Gondwana débil ante un más que probable ataque de las fuerzas leales a Judas III. Su inminencia dificultaba el reclutamiento forzoso de campesinos, pues no sería posible adiestrarlos con la suficiente rapidez. Rataube, ante tamaño contratiempo, había contactado con un ejército de fortuna, que se hacía llamar “Héroes Eventuales”.
En aquella época los mercenarios tenían en Gondwana muy mala fama. Todo porque todavía era reciente la dolorosa pérdida el Ducado de Baçán.
Como seguramente muchos no recordarán en estos tiempos turbulentos en los que todo recuerdo ha sido borrado la triste historia de este ducado y su pérdida la narraré ahora si no distrae de la historia de Frikipedio de Entrerredes, que es lo realmente importante.


Narración breve de la pérdida de Baçán
y las desgraciadas circunstancias
que confluyeron en los
postreros tiempos
del Condado
*
Entre las perlas que han adornado al collar bellísimo de Gondwana, que se dice fue en otros tiempos un gran imperio que abarcaba todas las tierras en las que hombres o bestias habitaban, una era especialmente brillante. Su belleza y fulgor sólo competían con el mismísimo Edeén, tierra en la que primero floreció el tomate y la cerveza fue probada por primera vez. Esta tierra privilegiada hallábase en el flanco derecho de Pangea o Galicia, justo donde antes comenzaba la marca del Imperio Asturíaco.
Baçán, que este era su nombre, era un país alegre, lleno de riquezas. Los bosques albergaban duendes y trasnos, animales en abundancia y castañas, nueces y un sinnúmero de frutales. Era una tierra rica en hierro, y con el buen hacer de sus gentes había llegado a tal prosperidad que alimentaba a medio reino de Gondwana y aún sobraba tal abundancia de todo que sus habitantes podían disfrutar de los placeres de la vida sin necesidad de trabajar.
Los baçaneros, en principio tenaces, valientes y muy trabajadores, fueron poco a poco dejando sus tareas más enojosas, contratando a otros para que las hicieran. Pero incluso a estos llegáronles las migajas de prosperidad de modo tan copioso que asimismo dejaron sus tareas y contrataron a otros distintos para realizar aquellos trabajos que en principio les habían sido encomendados. Como los paisanos de aquel condado ya no querían desempeñar trabajo alguno, fueron forasteros los que tomaron azadas y martillos, paños y papillas de niño. Puesto que Gondwana entonces era próspera y el Imperio Asturíaco, menos afortunado, era muy cercano, fueron asturíacos los que trabajaron en todas las fincas, casas e industrias de Baçán. Y lo hacían felices, pues parecía que el mismísimo Cuerno de la Abundancia se había derramado en aquella hermosa tierra.
Lo que tan bien funcionaba entre los civiles fue pronto copiado por los militares, pues por una parte de su sueldo podían pagar mercenarios que hacían su mismo trabajo, con más ganas y menor riesgo.
Los mercenarios que acudían a Baçán en gran número, pronto alcanzaron poder y riqueza, aunque menos que sus contratantes. Mas como la oferta era grande y el oro seguía manando, podían a su vez contratar otras cohortes más baratas y vivir sin sobresaltos.
En cien años, Baçán estaba llena de asturíacos que hacían todos los trabajos, fueran enojosos o no. Y aunque apenas nadie madrugaba, seguían pagándose salarios y gratificaciones, en una rueda que parecía no tener fin.
El Emperador Asturíaco, Guillermo IV el Astuto, viendo el camino muy allanado y la jugosa provincia habitada ya por sus compatriotas, lo tuvo muy fácil para ganarse el Ducado:
Sus tropas regulares1 tomaron dos o tres puestos fronterizos en una mañana.
Los mercenarios baçaneros, rápidamente, acudieron en su socorro, pero era Agosto, y muchos hallábanse disfrutando de la época de holganza2. Volvían, tras repeler el ataque asturíaco, sin fuerzas casi... pero queriendo cobrar sus jornadas de lucha a más alto precio, precisamente por hallarse en época de Holganza. Entonces sus generales, para evitar el pago de un sobreprecio, pagaron a otras compañías más baratas para que asesinasen a estos mercenarios descontentos que regresaban del campo de batalla. Era cruel, pero salía más barata esta pequeña traición que el pago justo de las horas extra.
Fue entonces, con los mercenarios más entrenados muertos a manos de sus propios jefes, cuando Guillermo el Astuto envió al grueso de sus tropas. No hubo reservistas que quisieran hacer frente a las tropas imperiales, y por supuesto los soldados que quedaban -los más baratos, jóvenes y sin experiencia- fueron hechos prisioneros o incluso fueron hechos abono para los cultivos. Y sin esfuerzo alguno.
Los baçaneros acabaron esclavizados y obligados a realizar las tareas más inmundas, y el antiguo Condado de Baçán, perla de Gondwana, pasó a ser una provincia más del Imperio Asturíaco, y desde entonces es conocida como Navia. Se dice que las arenas de sus playas son hoy negras por la desgracia, y que el mar llora su separación de la madre gondwanesa.
*
Hecha esta aclaración, continúo. Por estas causas que ahora conocemos, nunca más las tropas de alquiler gozaron de reputación en el reino de Gondwana. Los mercenarios jamás confesaban serlo, y buscaban nombres imaginativos para definir su profesión: Soldados de fortuna, Héroes de alquiler, Luchadores previo pago, Usted ordene, nosotros matamos, Tropas de Asalto a Medida, Guerreros remunerados... y otros así.
El Rey y Frikipedio entraron en una gran sala del Palacio Real. Grandes tapices recordaban las ocasiones de antiguas batallas. Parte de la sala estaba tiznada de hollín, delatando la agitación durante la reciente invasión cristiana.
A Frikipedio le dio un vuelco el corazón. Entre los tapices, uno de ellos, de reciente factura, con colores más vivos, representaba la Batalla de Eirís. Se podía ver el palacio de Paifocles, la cristiana soldadesca, y ante ellos un sonriente Frikipedio con su famoso gesto, que rebanaba de un tajo la cabeza a un enemigo, luciendo armadura nueva y su enseña con las 490 cabezas sobre fondo de boloñesa. ¡Nada menos que un tapiz! El jovencísimo conde no encontraba forma de dar las gracias al Monesvol. Era dichoso hasta el infinito. Y más allá.


Fin del Octavo Textículo

1No eran muy buenas.

2vacaciones



lunes, septiembre 25, 2006

Inminente 8º textículo

La falta de tiempo me ha impedido por ahora subir el octavo textículo de esta magna historia. Pero no desesperéis. Si todo va bien, hoy mismo, ## de Septiembre Octubre de vete a saber qué año MMVI subiré el archivo PDF y su correspondiente transcripción para el blog. Paciencia.

sábado, septiembre 02, 2006

Ramonicum no es Ramoncín

Pese a que la noticia ha saltado a los medios de comunicación, tengo que salir al paso para protestar muy enérgicamente. Ni Frikipedio tiene nada que ver con la Frikipedia, ni la Innombrable con la que Frikipedio lucha es la SGAE, ni Ramonicum es una forma disimulada de mencionar a Ramoncín.
Debo recordar de nuevo que los textículos del Corpus Frikipedicum datan del siglo XII, y narran hechos ocurridos en el lejanísimo siglo X. En esa época...
  1. ...La Frikipedia aún no se había publicado. Frikipedio era el nombre del hijo varón de Wikifredo de Entrerredes, el entonces conde de Pedia, territorio comprendido en la parte nor-noroeste de Gondwana. La publicación del wiki La Frikipedia tiene lugar en 2005, mil doscientos años después.
  2. ...La Innombrable era una hidra de siete cabezas contra la que varios caballeros andantes habían luchado sin éxito. Frikipedio se enfrentó a ella, como es bien sabido por los conocedores del manuscrito medieval completo. El pavoroso aspecto y tamaño de este monstruo le hizo recibir el apelativo de Innombrable, pues ninguna palabra gondwanesa podía describir un ser tan horrible. Que la SGAE haya recibido este sobrenombre en Inciclopedia es pura casualidad o simple mala leche. En el texto original se la menciona como "ennanberabala" en gondwanés, o "innominabilem" en protogallego y latín altomedieval.
  3. ...Ramonicum fue un monje pastafari convertido al cristianismo que lideró algunas de las tropas que lucharon con más saña contra Frikipedio. Gobernó en la sombra la provincia asturíaca de Castropol e instauró un impuesto especial que gravaba el canto y la música pues este personaje no soportaba la armonía ni la melodía, como se puede leer en el tercer textículo. Ramoncín, en cambio, es un cantante español actual de rock y ama la música. De hecho forma parte de la SGAE cuya función es defender los derechos de autor para lo cual entre otras cosas cobra un canon sobre la reproducción de música... Nada que ver.
Es que la gente, con tal de malpensar no saben qué hacer...

lunes, agosto 21, 2006

Importante: Cambios en el Textículo 3 - Grande alboroço por un hallazgo

Estamos de enhorabuena. Como comenté cuando comencé con la publicación del Corpus Frikipedicum, el manuscrito (más correcto sería decir "los manuscritos") ha sufrido continuas pérdidas y sobresaltos desde su escritura allá por el siglo XII.
Los historiadores nipones me habían hecho notar hace meses que el texto del tercer textículo no concordaba con el resto del relato. Esto era lógico, pues en medio de la guarda del grueso misal donde estaba escrito había un gran agujero y se le había cosido otro pergamino escrito en escritura procesal encadenada, del siglo XVII probablemente, una de las cosas más difíciles de leer que encontré nunca. Este texto cosido -y nunca mejor dicho- al original medieval es el que introduce la escena de la gamberrada de Frikipedio en un convento, con el padre prior, etc. Lo que en su momento me pareció extraño fue la mentalidad cristiana subyacente, que extraña en un monje que oculta su fe pastafari en la soledad de la biblioteca, como era el que escribió el texto original.

Pues bien. En los trabajos de restauración que se están llevando a cabo por becarios de Potevedra sobre los libros que han sobrevivido al incendio de la biblioteca del convento de San Francisco, se ha descubierto un parche en un libro antiguo de registro de propiedades, que resultó estar cubierto de letra gótica semejante a la del Corpus Frikipedicum.

En seguida han contactado conmigo y el parche ha resultado ser el trozo que le faltaba al tercer textículo, y ciertamente narra una gamberrada, pero ya en un contexto totalmente pastafari y que da sentido a los acontecimientos narrados a partir del 8º y 9º textículos, pues hace mención a uno de los peores enemigos de nuestro héroe, que precisamente odia a Frikipedio por las consecuencias de aquella broma quizá algo pasada de vueltas.

Por supuesto he procedido a descoser el pergamino añadido y poner en su lugar el parche encontrado en Pontevedra. Ahora todo cuadra mejor.
En breve subiré el PDF correspondiente que sustituirá al antiguo textículo 3. Luego os pondré el enlace de cada uno:
A ver si puedo subirlo hoy mismo.
Y recordad que...
Una vieja historia de marineros cuenta que cada vez que alguien no deja comentarios en un blog un caballero andante desaparece y vuelve convertido en lagarto de la serie V. Comenta: los ratones del mundo os lo agradecerán.
Actualización: YA está subido.

jueves, agosto 17, 2006

El SÉPTIMO TEXTÍCULO, hélo aquí.

Este es el textículo que más problemas de traducción me ha dado. Cuando uno conoce los entresijos de un idioma tan arcaico y rico como el gondwanés apenas encuentra dificultad en traducir los pasajes poéticos. Pero el escollo es, como en las lenguas modernas, las frases hechas. Pero con la ayuda del Diccionario de Gondwanés de Anaya y mis oraciones al Gran Monesvol pude al fin desentrañar todo el intrincado juego de guiños culturales referentes a la sociedad del siglo IX y los juegos de palabras en varios idiomas al mismo tiempo.
¡Que lo disfrutéis!

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del
Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio,
paladín de la Justicia y el Honor,
Héroe de la Triunfal Batalla de Eirís y adulto consumado.
Y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos
con la Simpar Inciclopea
.



Textículo VII.
Noticias de la lejana Cruzada.


Frikipedio era el hombre más feliz de Gondwana. Con diecisiete años casi cumplidos, ya había librado su primera batalla muy victoriosamente, ya había sido ordenado Caballero y ya había superado con éxito la dolorosa prueba de su primera Orgía, que le acreditaba ante todos como adulto.

Era una noche clara. Los pensamientos de nuestro paladín se arremolinaban, centelleando como el brillo de la luna llena1 sobre un estanque. En sus ensoñaciones se veía ya en la ceremonia que lo coronaría como Conde de Pedia, pues los seis meses de espera que marcaba la ley ante la ausencia de noticias de Sir Wikifredo, casi se habían cumplido.

Mas de repente la calma del castillo se transformó en voces, pasos, sonido de carruajes y mugidos de bueyes alborotados.

Frikipedio se asomó al ventanuco de su alcoba. Pudo distinguir una figura a caballo acercándose por el camino que discurría entre los espesos eucaliptales que rodeaban al castillo. Era... ¡el Messenger! Inoportunamente, a solo ocho días de cumplirse el plazo para poder tomar la corona de su padre, llegaban las noticias de Roma. Frikipedio odiaba aquel penacho de cintas verdes y azules, aquella enseña con una mariposa multicolor. Nunca los dichosos messenger traían buenas nuevas, y si las traían, nunca a tiempo.

A saltos bajó nuestro héroe las escaleras del torreón, e irrumpió cual vendaval en los aposentos de su madre.

-¡Madre, el messenger ha llegado!- gritó Frikipedio, jadeante.

-Sí, hijou. Vístolo he. Aquí esperémoslou- respondió, solemne, Lady Uncyclopedy.

En unos minutos el mensajero inglés estaba con ellos. Portaba una carta escrita en Roma. Lady Uncyclopedy le invitó a dejarlos solos. Cuando el messenger se hubo ido, la condesa comenzó a abrir el rollo muy lentamente, como si no quisiera conocer su contenido, pero en realidad moría por saber algo de su amado Wikifredo. En apretados caracteres de cuidada letra el escribiente había transcrito un mensaje del propio Conde, que dirigía a su familia:

Mi querida muyer, mi querido hijo. Sabed que la guerra marcha bien.

Hemos pasado por el cuchillo a infinidad de cristianos. De hecho no se nos ocurría qué hacer con tantos cadáveres. Al final los hemos metido en las galerías subterráneas donde solían reunirse, y que han garabateado con símbolos y dibujos de su impía religión. Creo que las llamaban “Catacumbas”. Cuando acabemos de llenar las galerías, cerraremos todo, por el hedor, se entiende.

El caso, mi señora, es que en cuanto esto termine volveré. Esperadme para el año que viene en estas fechas. Os llevaré hermosos presentes a vos y al niño.

Antes seráme imposible regresar, pues debo supervisar personalmente los trabajos de reconstrucción, especialmente la elección de los nuevos cargos de la Iglesia del Monesvol que hállanse agora muy debilitados.

Recordad a este vuestro enamorado y abrazad de mi parte a nuestro hijo.

Siempre vuestro, desde el Lupanar,

Sir Wikifredo de Entrerredes, Conde de Pedia y Cruzado en Roma.”



La inmensa alegría de saber que Wikifredo estaba sano y salvo, y que la Cruzada marchaba según lo previsto los conmovió. Lady Uncyclopedy se abrazó con su hijo y ambos lloraron de sus ojos.
Pero Frikipedio, a pesar de la dicha, fruncía el ceño.
-¿Qué tenéis, hijou, my meniño?- Preguntó, maternal, la madre de Frikipedio.
-Pues... pues que padre tardará todavía un año en volver... pensad que Pedia corre peligro y vendría bien que yo llevase las riendas. Al fin y al cabo a vos no os place avasallar a los vasallos...- Respondió, filial, su hijo.
-Thieneis razsón, my son. Vendría bien que fueseis coronadou... pero el messenger ha venidoi anthes de therminarnous el plazou de seis meseis...
-Cierto. Pero ¿por ventura sabe alguien lo que el messenger ha dichou?- Frikipedio, que hablando con su madre poco a poco sacaba acento inglés, tramaba algo...
-Hijou... perou no phodemous menthir en esou... thodo el ckasthillou sabei que ha venidou el mensagiero...
-Pero claramente estha cartha dicei que nou se sabe nada de padrei. ¿Is'n it?¿No?¿Capici?
-Buenou... quizá thenéis razsón... Todo sea phor el bien de Pedhia, y que el Moneisvoul nos perdonei... Hijou... ¡a veceis me asusthas!
En la semana siguiente la condesa informó al Consejo de Caballeros, en Coruvigo, de que el messenger no había traído nuevas sobre Wikifredo, y que por lo tanto debían comenzar de inmediato los preparativos para la coronación de Sir Frikipedio como Conde Pastafarísimo de Pedia y su Pedanía.
La ceremonia la presidiría el virrey Anxova en representación de Su Maxestad. Fray Paifocles de Eirís, que había sido ordenado Obispo recientemente, oficiaría los actos.
En los días previos al feliz acontecimiento, se supo algo que removió los cimientos del reino entero: El rey Judas III, Maxestad Pastafarísima, no había sido raptado ni muerto en los tumultos. Había huído. En realidad el antiguo rey era un traidor a Dios y a Gondwana, y apoyaba la causa de la Cruz. En un mensaje interceptado en la frontera del Imperio Asturíaco, el rey ordenaba a su guardia personal reunirse con él en la villa de Castropol.
Judas III, desde entonces conocido ya como El Traidor, estaba reuniendo parte de las fuerzas de Gondwana, leales todavía a él, y estaba formando un ejército temible.
La enseña de aquella nueva fuerza cristiana era provocadora, horrífica, blasfema: la Santa Imagen del Monstruo de Espagueti Volador puesta boca abajo, y con un soldado de la Cruz defecando sobre ella. Un espantoso lema acompañaba a aquella indigna representación: “Me cago en Dios”. Por desgracia aquel lema hizo fortuna y aún hoy lo profieren sin descanso las castas humildes.
La ceremonia de Coronación de Frikipedio tuvo lugar en el Templo del Monesvol, y fue sonada en todo el Condado. La corona de Pedia, normalmente bien guardada, fue mostrada de nuevo. Al entregarla, bien se puede decir que la gentil Uncyclopedy se quitaba un peso de encima. No sólo porque la corona tuviese varias onzas de buen oro, sino porque la condesa nunca se había sentido cómoda con la responsabilidad que aquella joya encerraba.
El discurso de Frikipedio, quien sorprendió a los asistentes por su templanza y bella oratoria, versó sobre su padre el conde Wikifredo, perdido en Roma en la lucha contra los infieles. En él, Frikipedio recordó las 490 cabezas cristianas que adornaban su blasón y afianzó su compromiso con la defensa de Pedia contra sus innúmeros enemigos, ya fuesen herejes, brujas, canguros asesinos, dragones o hidras de múltiples cabezas.
Aunque nuestro héroe se sonrojaba porque sabía que a traición usurpaba el trono de su padre, todos creyeron que el rubor era sólo consecuencia de su extrema juventud. Fue muy aplaudido y Pedia ponía en él toda su confianza e ilusión.




Fin del Séptimo Textículo

1Este párrafo es una traducción libre del gondwanés: “Arah onha naeta da loar. As pansahmantas da nassa pahlahdêm ahxaojarahbam-sa na sao mahgém, karahskaanda kama a brelha dah loa chaeah na astaanka.”



viernes, julio 28, 2006

Ya falta menos

Al fin he encontrado la traducción a algunas expresiones gondwanesas que me tenían atascado. He consultado con algunos miembros del PP que todavía hablan en la intimidad este extinto idioma y definitivamente he desentrañado el oscuro significado de ciertas frases hechas.
Una de las frases que el monje políglota había redactado en gondwanés era:
Araa owa naeta da loar...
que en gallego moderno sería:
Era unha noite de luar...
No deja de ser curioso el extraño parecido que todavía guarda el gondwanés -antigua lengua, origen de casi todas las demás- con el gallego. Según parece el truco está en leer con voz alta y abriendo mucho las vocales.

A ver si este fin de semana puedo al fin subir el texto y me acuerdo de escanear y publicar alguna página del manuscrito.

viernes, julio 21, 2006

De verdad de la buena, el 7º pronto vendrá

Os lo juro. En breve (menos de cinco años) publicaré el séptimo textículo del Corpus Frikipedicum. Lo cierto es que la compilación se me está resistiendo. En esta ocasión el monje escriba utiliza varias frases hechas en gondwanés, que me están dificultando la traducción.
Por lo que he podido traducir, parece ser que se reencuentra con su instructor germano, ahora general, de nombre Krusher. También se menciona al nuevo rey, Rataube I el Xusto... Si os pasáis por aquí o por aquí sabréis de qué va este rollo.
Bueno, eso, pues paciencia, falta menos ya. Y sabed que no está prohibido ni comentar ni publicitar este blog... no es por nada...

lunes, julio 03, 2006

Al fin, el SEXto textículo

ADVERTENCIA: NO RECOMENDADO A MENORES

Durante algún tiempo he retenido mi compilación del sexto textículo de las aventuras de Frikipedio, traducción en este caso casi directa del Corpus Frikipedicum, pues este es uno de los textículos mejor conservados.
La razón ha sido lo gráfico de las descripciones referentes a las costumbres de la época, pues aunque de natural liberal y moral laxa como buen pastafari, mi formación originaria ha sido en una sociedad influída por el Cristianismo, y como casi todo Occidente arrastro la pesada carga de la culpa relacionada con los temas referentes al contacto carnal.

No obstante, pese a quien pese, he decidido ser fiel al texto originario y no matizar ni suavizar lo que las manos de aquellos últimos pastafaris clandestinos trazaron con firme péndola sobre el viejo pergamino.

Así pues, sin más dilación, y con la seguridad de que estoy desvelando unos usos y costumbres que se suponían impensables en la Alta Edad Media, aquí tenéis el textículo completo, sin censura o enmienda alguna:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo VI. Habemus Orgiam.
La desde entonces famosa Batalla de Eirís, en la que gracias a Frikipedio se había apresado y ajusticiado nada menos que a 490 soldados cristianos, fieros como leones, le había valido a nuestro héroe el derecho a ser armado caballero.
En ausencia del Rey Judas III, que había desaparecido misteriosamente, correspondía al Virrey Anxova pasar la espada cerca de sus orejas. Como fuera que el virrey era un individuo de poca fuerza en los brazos, se había ideado un artilugio mediante el cual la espada pendía de un hilo que soportaba su peso y que era del todo invisible, y era grande la maravilla de no verlo. Quienes no conocían aquella invención, naturalmente pensaban que el virrey blandía la espada con ligereza, pues tal era el prodigio de aquella máquina.
Precisamente, en aquellos tiempos a los caballeros andantes se les deseaba robustez para poder levantar la pesada espada y asestar mandobles. Por ello la ceremonia siempre comenzaba con ese deseo expresado en una fórmula ritual:
-¡Que la fuerza te acompañe!
Y luego, tal y como era menester entre los caballeros andantes, que sólo debían usar la fuerza para restablecer la paz y debían mostrar compasión mas no ira, se les hacía sellar el juramento mediante el saludo de los caballeros, el noble gesto de la mano de tres dedos, juntando índice y corazón, símbolos de poder y compasión, y por otra parte juntando anular y meñique, dedos que simbolizan nobleza y plebe, unidas para indicar que no se harían jamás distinciones de casta al socorrer a los cuitados.
El saludo se completaba con la expresión de aquel anhelo:
-Paz y larga vida
A lo que el caballero debía responder:
-Larga vida y paz
Cumplidos los ritos y hechos los votos, Frikipedio era ya un caballero de pleno derecho. Ahora tenía que demostrar que también era adulto. Para ello debía asistir a su primera orgía, que como era habitual era organizada por la madre.
La gentil y diligente Uncyclopedy había ya preparado la lista de invitados.
-Madre, pero a mí me da vergüenza...
-¿Perou por quéi? Si la thía Gimnopedia te qhiere muchísimou.
-Ya, pero no deseo xacer con ella, ¡thiene 40 años!
-Bueno, hijou, pero es soulo corthesía. ¡No thienes por quei estar todo el thiempou con ellai! ¡Ademáis vienei también tu primou Onipsis, su hijou...
-¡Mamá!, ¡pero es que tampocko es mi tipou!
-Lo sei, pero es tu primou. ¡Al menos juegai con él!
-¡Xolines!
Así, Frikipedio al fin alcanzaba lo que tanto deseaba; el Caballero de la Triste Factura, el Quasi-conde de Pedia, el heredero de Sir Wikifredo de Entrerredes, cruzado en Roma, ¡al fin entre los Paladines! Y por fin gastaría yelmo, coraza y escudo propios, y con su propia enseña: cuatrocientas noventa (XD en los números de la época) cabezas de león, sobre fondo de Boloñesa, el rojo asociado generalmente al Monstruo de Espagueti Volador.
Aquellas cuatrocientas noventa cabezas representaban al ramillete de testas cristianas que gracias a Frikipedio habían podido ser cortadas. Las de cuatrocientas noventa herejes fieros como el Rey de la Floresta, que en la triunfal batalla del Palacio de Eirís habían sido su bautizo de sangre.
.........
Frikipedio lucía imponente. Casi era una pena que tuviese que despojarse de armadura y armas para asistir a su orgía. Pero las ceremonias, aunque fastidiosas, son necesarias. ¿Cómo si no perpetuar las buenas tradiciones?¿Cómo si no mantener la virtud en tiempos de acechante inmoralidad? Si era necesario ir a la fiesta de la carne y fornicar con media familia y todas las cortesanas y mancebos de la nobleza pedense, pues había que hacerlo. La Rectitud sólo tiene un camino.
En la bacanal, realmente todo estaba muy bien orquestado. Los músicos, desnudos para no desentonar, plañían fídulas, chirimías, arpas, rabeles y hasta un extraño instrumento inventado por Paifocles: el cromorno recto.
En las mesas, viandas ligeras (jabalí, koala, pollo de rabo largo, buey...) y caldos de todo el reino adornaban las labradas tablas.
El Obispo, con una túnica púrpura de seda, que dejaba adivinar su rechoncho cuerpo, oficiaba la homilía ceremonial en honor de El Monesvol, que abriría la fiesta.
Todos guardaban silencio. Cuando acabo, la tía Gimnopedia se acercó la primera a Frikipedio, con su hijo Onipsis, y comenzó sus trabajos de soplado.
Frikipedio, para soportar aquel tedio, comenzó a beber vino: Barrantes, Ribeiro, Alvariño, Ulla... sorbo a sorbo, trago a trago... copa a copa, jarra a jarra... barril a barril... fue recorriendo toda la geografía gallega mientras los invitados recorrían toda su propia geografía.
En la confusa percepción que tenía de aquella ceremonia, fueron sucediéndose rostros, notas musicales, fluidos corporales y sobre todo sabores de vino y viandas: las carnes sobre el plato, los platos sobre la carne...
Al día siguiente todo era dolor de cabeza y de cuerpo (sobre todo en algunas partes). No recordaba nada, pero entre todas las borrosas imágenes de aquella noche, recordaba vagamente una moza de belleza indescriptible. Había yacido con ella durante las últimas horas. Y creía recordar sobre su cuello un extraño colgante en forma de... ¿de rosquilla?

Fin del SEXto Textículo

lunes, junio 26, 2006

Frikipedio, figura histórica real

A pesar de que mucha gente cree que el Pastafarismo es un invento moderno, resulta que los textículos sobre Frikipedio han puesto al descubierto la verdad, silenciada por la Iglesia Católica: el Pastafarismo era la religión europea tras la caída del Imperio Romano y el Cristianismo data tan sólo del siglo XI, aunque los primeros cristianos se sublevaron (como se narra en el Corpus Frikipedicum) doscientos años antes, en época de Frikipedio.
Según parece el Cristianismo comenzó siendo una herejía pastafari, fruto de la desaparición de la religión pagana romana. Poco a poco fueron organizando un credo y suplantando religiosos del Monstruo de Espagueti Volador.
Con la llegada del papa Silvestre II, comienza la destrucción de todos los vestigios pastafaris y la reescritura de la historia. Aunque esto ya se sospechaba, como ya había puesto en relieve la obra "El Código da Inci", el Corpus Frikipedicum es la primera prueba de esta realidad ocultada vilmente.
Estos descubrimientos le dan a nuestro héroe una dimensión insospechada, como importante figura histórica.
Se cree que el Frikipedio real nació efectivamente un 25 de Julio, en el condado de Pedia, en Galicia, y que vivió entre el año 783 y el 844 d. C. Lideró las primeras batallas contra la herejía cristiana y consiguió frenar su empuje inicial.

Me siento muy orgulloso de poder seguir transcribiendo estos textículos en este mi humilde blog, aunque habéis de saber que ya he recibido amenazas de ciertas organizaciones secretas vinculadas a la Iglesia Católica...

No obstante, a pesar de todo, estoy ya compilando el 6º textículo, que ha sido escrito en las guardas de un hermoso misal. Pronto lo colgaré aquí.

Y recuerda:
Una vieja historia de marineros cuenta que cada vez que alguien no deja comentarios en un blog un caballero andante desaparece y vuelve convertido en lagarto de la serie V. Comenta: los ratones del mundo os lo agradecerán.

domingo, junio 25, 2006

Pequeños retoques a los anteriores textículos

Redactar textos no es tarea fácil. A pesar de que en el caso de estas Gestas y Fazañas me limito a traducir y completar algo los textos originales, en ocasiones se cuelan los gazapos. Redactar en un ordenador parece más sencillo. Pero la inmediatez de la edición de textos en la pantalla se ve contrarrestada por su inconsistencia. A mí al menos me ocurre que no soy capaz de corregir del mismo modo un texto impreso y en pantalla. Si lo tengo impreso veo mucho mejor las pifias, y puedo enmendarlas mejor.

Esta semana he leído todo el conjunto del Corpus Frikipedicum y he cambiado varias cosas. Son retoques pequeños, pero importantes. Ahora el textículo 5 está cambiado. En breve reformaré más en profundidad el 3º para mejorar la coherencia del conjunto. Es lo bueno -o lo malo- de estas tecnologías, ausentes en los tiempos del monje que recogió, allá por el siglo XII, la historia de Frikipedio.

viernes, junio 23, 2006

Agria polémica en torno al pastafarismo en la Alta Edad Media

Los textículos de Frikipedio, ahora que están siendo publicados, están teniendo una gran trascendencia. Ya me sorprendió bastante en su momento un e-mail de la Massachussets University interesándose por el manuscrito. Historiadores y científicos norteamericanos y japoneses estuvieron en mi casa examinando atentamente el texto original, y sus trabajos fueron publicados en prestigiosas revistas científicas. Parece ser que el Corpus Frikipedicum (denominación antigua del conjunto de los textículos sobre nuestro héroe), que estoy trayéndoos todos los meses, demuestran sin dejar lugar a la especulación que el pastafarismo es anterior al cristianismo como religión, y ya era conocido (aunque no mayoritario) en la época clásica.
Pero lo que me ha dejado de piedra, con una sorpresa mezclada con indignación son los comunicados conjuntos de la Conferencia Episcopal, de la Iglesia Anglicana y varias iglesias evangélicas. Vienen a decir que el Corpus Frikipedicum es una falsificación moderna, y que yo mismo he querido escribir estos textículos sólo para burlarme del Cristianismo. Según ellos el Cristianismo ha sido la única religión europea desde la caída de Roma, y las crónicas sobre Frikipedio son pura fantasía.

Debo decir que soy un erudo (erudito mayor de edad) que no deseo protagonismo ni tengo (casi) nada en contra de la religión católica o protestante. Simplemente transcribo como mejor puedo este conjunto desordenado de textos que forman las Gestas y Fazañas, y simplemente tengo el placer de hacerlo para que se conozcan, para que no se olviden de nuevo.

En su momento, a mí también me sorprendió leer que antes del Cristianismo existía ya toda una iglesia organizada en torno al Monstruo de Espagueti Volador, y fui leyendo varias veces cada línea que traducía y cada textículo que llegaba a compilar. En el original, que está escrito en varias lenguas, como el latín, el griego, el arameo antiguo, el protogallego y el gondwanés, hay unas preciosas ilustraciones del siglo XII y apretado texto gótico, que hablan exactamente de todos estos temas. Por supuesto, en mi compilación relleno agujeros del texto provocados por el paso del tiempo. Pero he intentado en todo momento no falsear el sentido original.

En breve publicaré, para los que no me crean, y para desmentir de una vez por todas las falacias de los comunicados religiosos, alguna de las páginas originales que salvaguardo. Lo que está escrito puede que sea fantasía de algún monje aburrido, pero según muchos estudiosos es bien sabido que se considera totalmente auténtico y real. Y es más que probable, que pese a siglos de ocultación acaben al fin saliendo a la luz las pruebas del pasado religioso pastafari de Europa.

Por cierto, está a puntito ya el 6º capítulo en el que se narra la primera orgía y el ordenamiento de Frikipedio.

martes, junio 20, 2006

Dos buenas wikinoticias

Pues sí, no tiene mucho que ver con nuestro héroe medieval (casi superhéroe, hay que ser sinceros), pero hay dos muy buenas wikinoticias:
1. La vuelta a volver (revuelta o revolvida) de la Frikipedia, cuyo cierre en la flor de la edad provocó la apertura de este blog.
2. Los esperados 1000 artículos de la Inciclopedia. Estamos de celebración por todo lo alto.

Felicidades a ambas, y muy sinceras felicitaciones de Frikipedio, que me lo ha dicho.

Pronto os contaré del 6º textículo, en el que Frikipedio asiste a su primera orgía y tiene su primera borrachera...

miércoles, junio 14, 2006

No sé si fue buena idea colgar todo en el blog

Francamente, no me gusta el aspecto del cuento colgado directamente en el blog. A mí me gustaría poder poner el comienzo sólo y un botoncito del estilo "Leer más", pero no sé si en Blogger se puede. En todo caso ya está hecho. Pero con los siguientes textículos pondré sólo un trocito si acaso y luego el enlace al archivo.

Os recomiendo encarecidamente que leáis el último textículo, porque Frikipedio entra en batalla por primera vez. Para los que no habéis leido los anteriores tenéis a la derecha todo lo publicado. En el artículo correspondiente a Frikipedio en la Inciclopedia he puesto las circunstancias en las que se encontró el manuscrito original y dónde acaba mi labor como compilador: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Frikipedio.
También, aquí podéis encontrar una historia resumida del pastafarismo, crucial para entender el trasfondo de este cuento: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Pastafarismo#Historia, más o menos el relato histórico -bastante poco conocido, por cierto- en el que se relata la verdadera historia del Pastafarismo y la llegada del Cristianismo en la Alta Edad Media.

Y comentad, ya sabéis que...
Una vieja historia de marineros cuenta que cada vez que alguien no deja comentarios en un blog un caballero andante desaparece y vuelve convertido en lagarto de la serie V. Comenta: los ratones del mundo os lo agradecerán.

lunes, junio 12, 2006

· FRIKIPEDIO 05 - Primeras batallas

Al fin puedo colgar aquí el 5º textículo de esta magna historia. Ahí va:

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo V.
De Frikipedio Adolescente, el embrujo etílico, las primeras batallas y otras cosas que es menester reflejar en este magno relato.
Parte II: Primeras Batallas.

La partida de Sir Wiki dejaba a Pedia sin cabeza. Lady Uncyclopedy pasaba a ser la dueña y señora de los destinos de campesinos, villanos y nobles. Pero aquella mujer, más preocupada de la música y la poesía que de las finanzas, no tenía un carácter propenso a la extorsión y las decapitaciones, como era menester en quien quisiera dominar aquellas salvajes tierras. La herejía cristiana se iba extendiendo, y llegaba ya a la marca sur del Condado. Los mensajeros ingleses (messenger) traían noticias contradictorias de Roma, y en aquel trance la condesa maldecía el día en que se había convocado aquella Cruzada.
Nuestro héroe ayudaba como podía a su madre en aquellos terribles tiempos. Pero según la ley pédica, sólo en seis meses de ausencia sin noticias del marido podía una noble consorte abdicar y nombrar sucesor a su hijo legítimamente.
Mientras, los insidiosos cristianos iban convirtiendo por la fuerza del dinero y de la espada a los campesinos pastafaris a aquella otra religión que adoraba a un muerto resucitado.
De la ciudad de Coruvigo llegaban inquietantes noticias desde el Arzobispado. Una encarnizada lucha en la sala de la Santa Olla de Cocción había dado finalmente al traste con las intrigas herejes. El arzobispo de pega yacía al fin bajo la imagen del Bendito Monstruo de Espagueti Volador. La infame soldadía de la cruz hallábase ya en las mazmorras, esperando la soga.
Frikipedio ardía en deseos de vengar las mancilladas piedras de tantos lugares sagrados. Soñaba con hacer pasar por su hierro a aquellos que asesinaban sin piedad a santos hombres y mujeres de la iglesia pastafari y corrompían las mentes de los simples. Ansiaba verse ya armado caballero, pero aquellos tumultos retrasaban la ceremonia.
No obstante, precisamente aquella disputa religiosa, aquellas intrigas de altar y alcoba serían el escenario para las primeras aventuras de Frikipedio. Y la primera ocasión de mostrar sus dotes para el combate vendría pocos días después.
El mentor de Frikipedio, Fray Paifocles de Eirís, era un conocido filósofo de la corriente platónico-aristotélica. En consonancia con las enseñanzas del Sagrado Libro de las 1001 Recetas de Pasta, proclamaba la necesidad de usar el sentidiño, para lograr la Felicidad. Su máxima era O caso é pasalo ben, o demáis son-che lérias. (el caso es pasarlo bien, lo demás son tonterías).
Fray Paifocles había conseguido un notable protagonismo en las decisiones del Cabildo, y aunque aborrecía el oro y el poder, tenía bastante de ambos. Pero a diferencia de otros ricos y poderosos, destinaba gran parte de su hacienda a socorrer a los más necesitados. Para ello había creado la Caja de Ahorros de Gondwana, un organismo sin ánimo de lucro que prestaba dinero a gentes de baja condición o en apuros, a cambio de unos insignificantes intereses.
La conspiración de los cristianos no le era ajena. Años atrás uno de los primeros herejes había ido a verle, para que se uniera a la causa de aquel dios viejo con barba blanca, pero Paifocles, hombre de sólidas convicciones, lo echó a patadas de su finca.
Ahora, Paifocles lo sabía, su vida estaba amenazada. La negativa a unirse a ellos nunca había sido olvidada, y temía que el momento de la venganza llegase de un momento a otro.
Poco a poco las villas y villorrios iban cayendo uno tras otro. Ourense, Lugo, Valdepastas, San Tallarín de Queixos, Catro Estacións... todas aquellos lugares eran ya plazas del falso dios. La antigua alegría de las fiestas de Semana Santa, con sus orgías y sus cánticos populares eran ahora tristeza y solemnidad. Donde antes bailaban desnudos los jóvenes pastafaris, ahora los oscuros nazarenos seguían silenciosos ritos de muerte y juicios finales.
El pueblo no entendía por qué todo cambiaba. Los curas impostores tranquilizaban a los antiguos creyentes en el Dios de espagueti diciendo que era una simple reforma por voluntad del Monesvol. Pero pronto las hogueras serían encendidas en todas partes para aplacar la sed de verdad.
Paifocles los temía. Pensó en huir. Pero no pudo: los asesinos subían ya la escalera de su torre.
....
Cuando el messenger le informó de que los sicarios cristianos se acercaban al Palacio de Paifocles, Frikipedio cogió espada y escudo y partió a galope tendido hacia Eirís, donde el fuego presagiaba combates y muerte. Llegó en plena noche y encontró a los cristianos destrozando todo lo que hallaban. Quemaban libros, rompían estatuas, tablas pintadas, tapices. Atesoraban todo el oro que encontraban. Habían matado a muchos; guerreros, sirvientes, mujeres, niños... no respetaban ni la Santa Imagen del Monstruo, que usaban como letrina.
Frikipedio arremetió a mandoble cruzado entre la chusma, cortando qué se yo, cabezas, brazos, piernas...
Pero los cristianos eran muchos y feroces. Desde las alturas disparaban dardos, lanzaban vajillas... Frikipedio y sus soldados se veían ya perdidos. Hasta que nuestro joven héroe recordó las ocasiones en que su gesto había salvado situaciones insalvables. Aunque no tenía ganas de reír, con un esfuerzo sobrehumano, puso el gesto de la X y la D y en pocos instantes se hizo el silencio. Todos los herejes se habían quedado en sus puestos con una mueca extraña. Los soldados de Frikipedio, advertidos de antemano, no habían caído en el trance, y pausadamente capturaban a toda la cristiana escoria.
Frikipedio subió a los aposentos de Paifocles. Se temía lo peor. Al entrar, un terrible cuadro: la armadura de plata de su amado profesor yacía en el suelo, atravesada por una cruz de hierro. En sus manos apretaba unas flores silvestres, las mismas que siempre había enseñado a apreciar a su discípulo.
Se arrodilló ante el cuerpo, llorando amargamente. Con las manos temblorosas tomó el yelmo de oro, y lo abrió. Una rizada barba roja surgió de aquella celada.
-¡Pero este no es Paifocles!, exclamó, secándose las lágrimas.
-¡Claro que no, rapaz!
Frikipedio pudo ver a Paifocles, que salía del armario.
-¡Maestro!
-¡Pupilo!
Y ambos hombres se abrazaron largamente.
....
La batalla había sido victoriosa. Cuarenta cabezas cortadas lucían esplendorosamente en lo alto de la picota de Eirís. Pero el precio había sido muy alto. Por todas partes las humeantes hogueras se apagaban con los restos de los cuerpos de padres, hermanos, madres, tías... las iglesias y templos del Monstruo de Espagueti Volador habían sufrido incontables daños. Pero a pesar de todo, de las muchas pérdidas y de los campos arrasados, del hambre y las enfermedades que se avecinaban, los pedenses celebraban con alegría la gran victoria sobre los cristianos.
-FIN DEL QUINTO TEXTÍCULO-


Próximamente,
Parte III: La Orgía.

sábado, junio 10, 2006

· FRIKIPEDIO 04 - La pérdida de un padre

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.

Textículo IV.
De Frikipedio Adolescente, el embrujo etílico, las primeras batallas y otras cosas que es menester reflejar en este magno relato.
Parte I: La pérdida de un padre.


Como solía decir Fray Paifocles de Eirís, tutor de Frikipedio, “Los grandes hombres dejan un gran hueco”.
Con el Conde Wiki, Pedia no sólo perdía un gobernante de mano de hierro y corazón de plomo, muy devoto de Su Fideeza, sino también a un hombre grande, a lo largo y a lo ancho.
Era un día lluvioso. Gris. Parecía que el cielo mismo lloraba en aquellos postreros momentos. Bajo la techumbre del atrio de la iglesia, dos figuras con negras ropas: Uncyclopedy, esposa del malogrado conde, y su hijo, el joven Frikipedio, que despedía a su padre a la temprana edad de diecisiete años.
-¡Por qué! ¡Por qué nos dejas!, gritaba el chico, en aquel trance para él incomprensible. La condesa, descosolada, sollozaba:
-Sí, sólous nos deijass... ¡Por qué te vais!¡Por qué!¡¡Pour Quéi!!
El silencio respondía a llantos y gritos desgarrados. Hasta que entre el viento, una voz se oye...
-¡Xoder, ¿que por qué? pues porque a las cruzadas voy! ...¡Muyer, hijo, no así os pongáis, que el alma se me parte! ¡Y bien sabéis que he de partir!
Sir Wiki, como muchos otros, partía hacia Roma, para liberar la Ciudad Eterna de la insurgencia cristiana. Los cristianos eran una comunidad que profesaba una herejía, según la cual Dios no era el Monstruo de Espagueti Volador sino un hombre mayor con barba, y Jesús, en lugar del Gran Cocinero Celestial era según ellos un judío rebelde de la lejana Palestina. Sus intrigas, muy bien urdidas, habían aprovechado en su beneficio la extrema organización y división jerárquica de la Iglesia del Monesvol. Con ayuda de algunos adeptos poderosos y ricos habían tentado a obispos y otros mandos intermedios.
La razón de la Cruzada era que los adoradores de la cruz habían tomado la Santa Sede, y hacían llamar Papa a un seguidor de su herejía, que hallábase ya sentado en el espaguetiense sillón de Pedro.
Era un plan diabólico que comenzaba a dar resultado. Sustituyendo obispos y curas, los herejes transmitían su mensaje infecto a través de los medios por los que se había dado siempre a conocer la verdadera fe en el hermoso Monstruo de Espagueti Volador.
Finalmente, Sir Wiki se despedía, quizá para siempre, de su familia:
-Frikipedio, heredero mío. Os dejo a cargo de este castillo y del condado de Pedia, que ha visto nacer a vuestros ancestros. Defendedlo siempre y sed fiel a nuestra fe en el divino Monstruo. ¡Luchad por lo nuestro con uñas y dientes si hace falta! ¡Haced que este viejo guerrero se sienta orgulloso de vos!
Frikipedio no se atrevía a levantar la mirada. Luego, Sir Wiki se dirigió a su esposa:
-Oh, Uncyclopedy, mi Señora. Pensaré en vos en las frías noches de invierno en el Lupanar. Cuidad de nuestro hijo, que aunque grande por fuera, sigue siendo un niño. Esperadme al menos dos años, os juro por el Misterio de la Sopa de Letras que volveré al cabo de ellos. Y sabed que os sigo amando como el primer día, más si cabe, pues más bella sois ahora que cuando os conocí. Adiós, mi amado hijo, adiós, mi amada esposa. Volveré...
Sir Wikifredo de Entrerredes, conde de Pedia, partió hacia los Santos Lugares un 28 de Diciembre, al amanecer. Aquellos eran tiempos difíciles para la Verdadera Fe, y aunque nadie podía imaginarlo entonces, los días del amable pastafarismo estaban contados.


-FIN DEL CUARTO TEXTÍCULO-

· FRIKIPEDIO 03 - Niñez

Relato en Textículos de las Gestas y Fazañas del Valiente y Nunca Bien Ponderado Caballero Frikipedio, paladín de la Justicia y el Honor, y otrosí de las cuitas y placeres que le causaron sus arriesgados amoríos con la Simpar Inciclopea.


Textículo III. De los Juegos de Frikipedio Muchacho, y de sus Primeros Amores y Riesgos.
En los confines del condado de Pedia, invierno tras verano, y verano tras invierno, fue Frikipedio creciendo, observando las viejas costumbres de la nobleza gondwanesa. Sus mañanas eran dedicadas al estudio, las tardes a la preparación de la batalla, y apenas quedaban momentos ociosos, que como los demás niños del castillo dedicaba a travesuras y gamberradas.
Los padres de Frikipedio, entrados ya en la treintena, iban sustituyendo su ardor juvenil por la sabiduría forzosa de su edad.
Uncyclopedy, belleza extranjera, iba ajando sus carnes a cambio de una mirada más profunda. Pero siempre, hasta en sus tiempos postreros, conservó su porte esbelto, y el pelo largo y ondulado, de un color rubio claro que tan sólo se volvió más blanco con los años.
La condesa era una dama difícil, que al contrario de otras mujeres que gustaban de las tareas hogareñas, disfrutaba visitando la Biblioteca de la Torre Norte, y era capaz de pasar tardes enteras tañendo la fídula o escuchando a Ludovico y Teobaldo arrancar sonidos al pesado organistrum.
El conde Wikifredo, en principio zafio e inculto, fue con los años adquiriendo sutiles conocimientos. Por ejemplo, cómo cortar la cabeza a un enemigo de un solo mandoble. O la manera de, con una patada giratoria, derrumbar el pobre muro de una choza campesina. Incluso se inició en el difícil arte de la lectura, sabiendo descifrar las preciosas líneas caligrafiadas de los códices con los que encendían habitualmente los fogones.
Frikipedio, fruto de la unión de tan diversos caracteres, fue en parte amante de la cultura y en parte amante de la lucha.
De mañana se enfrascaba en aprender los latines y discutía largas horas con su tutor. El tutor de Frikipedio, Fray Paifocles de Eirís, monje dominico, era un curioso personaje. Gran lector y filósofo natural, exponía ideas teológicas alejadas de las corrientes más comunes. En ocasiones expresaba al joven Frikipedio pareceres cuasi heréticos, como que la vida está hecha para el placer y no para el sufrimiento. El fraile daba largos paseos por el bosque cercano al castillo, en los que enseñaba a su discípulo la escondida belleza de las cosas pequeñas. Arañas, orugas, sapos, ratas... toda la fauna diminuta que habita la fronda, toda la exhuberante vida que normalmente pasa desapercibida llenaba la mente del niño Frikipedio de inesperadas maravillas.
Las tardes de nuestro joven héroe, en cambio, eran para el trabajo, el ejercicio físico y las emociones propias de la batalla. Frikipedio, por la mañana pacífico y paciente, se convertía, espada de madera en mano, en un fiero luchador. Un caballero incansable que arremetía contra su padre con saña y astucia. Sir Wiki estaba orgulloso. No le gustaba mucho que Frikipedio fuese educado por aquel religioso al que tanto admiraba su esposa, pero la sana fiereza, la terrible animadversión que su retoño demostraba por los muñecos de trapo que recibían lanzazo tras lanzazo y corte tras corte, tranquilizaban el ánimo del conde, y le permitían soñar sonadas victorias, que a la luz de los acontecimientos venideros, se quedaban cortas.
No obstante Frikipedio destacase en la instrucción de mente y cuerpo, y a sus ocho años fuese ya un temible adversario para cualquier adulto en la conversación inteligente o en la burda lucha, seguía siendo un niño y añoraba los pocos momentos que le quedaban en la semana para jugar con otros infantes, y gastar las horas en inocentes entretenimientos.
Los otros niños, del castillo y la aldea cercana (a la que a veces le acercaba Pegerto, el palafrenero) veían en Frikipedio un jefe natural. El joven conde siempre era al que se le ocurrían los mejores juegos y el que planeaba las más ingeniosas travesuras. Cuando veían acercarse su corcel blanco, acompañado del viejo cuidador de caballos, salían todos a su encuentro para recibirle como merecía.
Una tarde de Julio, cerca de la fecha de su cumpleaños, Frikipedio pudo al fin acercarse a la aldea para jugar con los niños campesinos.
En su improvisado ejército de pilluelos, hallábanse Pepe, el hijo del panadero; Pafnucio, bastardo del obispo, pero oficialmente descendiente de un apocado herrero y su gorda mujer, que servía para la Iglesia. Callado y misterioso era el tímido Aníbal Leches, de la casa grande junto a la plaza mayor, cuyo padre había muerto en extrañas circunstancias. Se decía que el asesino se había comido parte del cuerpo... Cristóforo y Colombo, hijos de navegantes, Cebolleo, Simiento y Hortalizo, de padres campesinos... y una niña muy varonil y arrojada, de nombre Inciclopea.
Aquella pandilla era el terror de los comerciantes y buhoneros. En una ocasión, durante la fiesta del Santo Apéndice de Pasta, habían recorrido todo el mercado buscando coles y hortalizas varias, y llenándolas de gusanos que habían criado con mimo durante días. Los conocimientos de Frikipedio les habían orientado a todos sobre el mejor modo de alimentar y engordar aquellos horribles bichos. Los gritos, sustos e improperios al hallarse todas las verduras plagadas de vermes rollizos e intranquilos son todavía recordadas en la comarca.
Otra vez, las gracias casi acaban en tragedia. A pocas horas a caballo del pueblo hallábase un convento de monjas de clausura, que el Prior del Monasterio de Santo Domingo de los Raviolis de Queso solía visitar con más frecuencia de la imprescindible. Las artimañas de Frikipedio habían ideado una trama muy retorcida, en la que se supone varias novicias habían sido atacadas por íncubos... finalmente, las inocentes palabras de aquel niño, habían revolucionado la aldea. Al mismísimo obispo llegaron noticias del escandaloso final del engaño, en el que un inocente Prior acabó siendo visto en un burdel rodeado de rameras, mientras dos monjes desnudos corrían a la calle escapando de súcubos que nadie había visto.
Generalmente las travesuras de Frikipedio y su ejército de gamberros nunca eran castigadas en exceso. Principalmente porque pocas veces se descubría la autoría, y porque no solían tener consecuencias demasiado graves. Cierto que a veces las bromas eran pesadas, y las gentes se abochornaban. Pero cuando querían castigar al niño, Frikipedio se reía y todas las cuitas eran olvidadas. Inexplicablemente el recuerdo de las fechorías de aquellos niños acababa siendo asociado a una risa grata y contagiosa, y ya nadie, ni el mismísimo padre Prior, deseaba vengar aquellos malos tragos.
Frikipedio, en un principio atribuyó el prodigio al sonido de sus carcajadas. Pero en una ocasión cayó en su trampa risueña un alguacil sordo. Por suerte, porque en ese instante arremetía contra ellos lanza en ristre. Poco a poco se fue dando cuenta de que era su cara, exactamente el gesto al que antes refería como gesto XD el que provocaba tal efecto. La carcajada contagiosa tan sólo atraía la vista hacia su cara, y el gesto de sus ojos cerrados en aspa y la boca en forma de media luna hacían el resto.
Entre su ejército de niños campesinos y villanos, hallábase una niña dos años más joven que Frikipedio. Una extraña forastera, venida de allende el mar, llamada Inciclopea. Tenía una larga melena que llevaba recogida en una gruesa trenza negra y brillante como lomo de serpiente. Era valiente, atrevida... jamás se amedrentaba. Al principio, para ser aceptada en el grupo se había disfrazado de chiquillo; todos veían en aquel muchacho, que se hacía llamar Inciclópeo, un posible líder, que hacía sombra a veces al mismísimo Frikipedio. Y lo hubiese sustituído, de no ser porque un día su madre, una mujer gruesa y también morena, ataviada con ropas de fuerte colorido, la andaba buscando.
-Inciclopea, niña, vuelve a casa, ¡que te esperamos para yantar! ¡Mira que eres taimada, chiquilla!...
A partir de aquel día, la niña fue rechazada, porque en aquellos tiempos también las mujeres debían valer por cuatro hombres para ser respetadas. Pero Inciclopea valía por cinco al menos, y en poco tiempo fue readmitida, si bien ya nunca más supuso una amenaza al liderazgo de Frikipedio.
Era un día de sol, extrañamente dentro de la estación lluviosa gallega, cuando Inciclopea, una vez más, acudía la primera a la reunión táctica de la pandilla. Frikipedio esperaba con impaciencia. En pocas horas estarían todos saboreando unos mal guardados dulces de la feria del Macarrón. Seguramente Inciclopea habría ya urdido algún ingenioso plan para arrebatar el botín a sus cuidadores, los confiteros de la capital. Sólo una pequeña corrección, alguna sugerencia, y las mentes de nuestro héroe y aquella niña tan despierta les traerían un dulce premio.
Mas Inciclopea no venía como otras veces, con paso firme y rápido. Ni sus ropas eran las habituales polainas azules, ni su pelo oscuro se escondía en un birrete diminuto.
Estaba preciosa. Sus ojos, que hasta el momento ni había reparado en que eran verdes, lucían cual ciruelas en árbol de vecino. Su largo pelo trenzado caía por su espalda hasta el mismo comienzo de las piernas. Su atuendo, de ordinario sucio y estropeado, era un complicado vestido con cordajes de oro, y su cara siempre sucia relucía como el agua en verano.
-Hola, Inciclopea, ¡hoy pareces una chica! - le dijo Frikipedio. -¿No llevas una ropa un poco llamativa? ¡El confitero te va a cazar!
-Frikipedio: hoy no voy a poder jugar con vos. Ni nunca más. -dijo, triste, la niña.
-Mas, ¡qué decís, Inci! ¿Qué os ocurre?
Entonces, Inciclopea, grave, seria, comenzó a hablar:
-Esta misma tarde parto para Netland, la patria de mis tíos. Vengo a despedirme de vos. Nunca nos volveremos a ver. Decídselo a los otros.
-Pero...
-No hagáis más larga la despedida. Yo os recordaré siempre. Tomad este broche. Si alguna vez nos encontrásemos, sabed que es la mitad de una joya que atesoro. Vuestra parte encaja en la mía. Así nos conoceremos, aunque seamos enemigos. Si de mayor veis una dama con un broche en forma de rosquilla no la matéis hasta ver si vuestro broche encaja en el de ella. Yo nunca querré casarme con otro sino con vos, sabedlo, Frikipedio. Era nuestro destino, pero ahora nos es arrebatado. Dadme un beso.
Y antes de que Frikipedio pudiese reaccionar Inciclopea juntó sus labios con los de él y lo siguiente que nuestro caballero niño pudo ver es la figura de aquella niña tan alta como él aunque dos años más joven alejándose hacia sus padres, que la esperaban en una carroza.
Cuando llegaron los otros niños apenas le dieron importancia a la partida de Inciclopea. En pocos días se supo que el padre de la niña era perseguido por el mismísimo Rey, por alta traición. Nunca más hablaron del caso.
Pero en la hasta entonces limpia frente de Frikipedio asentóse la desazón. Un pequeño punto de tristeza, una sombra de melancolía habitaron ya para siempre en él y le acompañaron toda la vida junto a su poder risueño y un extraño colgante de plata en forma de pepino.
Fin del Tercer Textículo